Me aterra la racionalidad de la muerte,

Me aterra su enmudecida exclamación en tinta, su registro imperecedero, su cifra figurativa.
Sus rituales ahogados en los cantos de la misericordia,pedestales que se alzan en una atmósfera invencible, inentendible, duramente pasajera, con el compás de un salmo.
Me aterra el silencio ante la venida del vendaval, aún en mi boca rebotan las carcajadas hambrientas de lógica, aún queda decoré anunciando la incomprensible obviedad de las cosas.

Me aterra su sonido al caer en la tierra y su silencio,
como un peso sobre el corazón, sobre la boca, sobre los ojos
como el desconcierto de un sueño.
Aún le escucho rascar con sus uñas el telar desgastado que nos dibuja,
suave es el golpeteo de los hilos desprendiéndose de sus iguales,
suave hasta que se agote la despedida.

Ese andar indiferente por supuesto me aterra.

¿Cómo se es frente a la muerte?,
teñido y anudado,
hasta que oigamos sus uñas y el golpeteo de esos pocos hilos desprendiéndose nuevamente.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS