ENTONCES COMPRENDÍ

Yo estaba lleno de nuncas y ahora lo comprendía.

En verdad hasta que algo ocurre no se tiene certeza de si pasará o no, por eso creo que la única verdad evidente es lo que pasa, porque lo que no ha pasado tal vez pase, y si por tal vez quiero saberlo cierto tal vez espere siglos a que ocurra lo que me muera esperando.

Lo que me asombraba de la casualidad era que fuesen las que eran y no otras. Tal vez eso era la casualidad.

Es decir, es difícil saber cuándo las cosas que nos pasan por el lado son el fin o algo de una historia que empezó antes en alguna parte y un día sin nosotros. También es difícil saber cuándo alguno de esos hechos son el principio de una historia que empieza con nosotros o con alguien allí donde estamos.

Uno nunca pregunta o piensa en cómo son en realidad las cosas que nos parecen, porque nos basta el nosotros que tienen esas cosas.

Pensé que lo que pasa tiene siempre un aquí y un ahora, entonces comprendí que a lo mejor ahora pero en otro aquí, o que en ese mismo lugar y en otro momento, o que en mi sitio y en mi momento pero con otro lenguaje de evidencia. Entonces pensé que era la certeza. Que siempre faltaba para la certeza.

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