ORDEN DE PALOMAS

Entre acordes esparcidos por

el aire, vuelan, giran locamente

algunas palomas suburbanas

Me parece tan justo que estén

navegando en el cielo de esta

mañana que no imagino

dónde viven por la noche.

De la iglesia abierta emanan

ráfagas de música

el aceite melodioso del órgano.

los árboles enjuagan en la música

sus crispadas cabelleras.

yo camino plaza abajo.

Quién sabe si alguien se pregunta

qué hago pasando por aquí,

quién soy, de qué huyo,

en qué colchón de quién sabe

qué historia voy a revolcarme.

No, hay demasiadas alas en

el mediodía. Yo y cada cual

somos parte de la casualidad

O de un aglomerado manojo

de indescifrables voluntades.

¿Quién indaga un profetizado

orden de las palomas,

el justo cántico que se derrama

los dedos del organista

el culpable arrodillado

el pisoteado cigarrillo del asesino

nocturno?

No nadie se pregunta por mí.

A quién le importa saber adónde voy.

Y, después de todo,

¿adónde voy?

Tal vez ni siquiera estoy pasando por aquí

Ni siquiera aquí. Ni.

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