“Tengo pena”, me repite como si pudiera contestarle algo que no hubiese repetido cien veces ya antes. Revolvemos el café mientras la temperatura sigue bajando, ya sabe amargo, da igual cuantas vueltas le dé y se enfría más rápido de lo que mis dedos agarran temperatura. “nos quitaron a otro”, me señala como si fueran palabras demasiado lejanas, como si no hubiese sido igual el mes pasado, el año anterior. Sabemos de lo helado y del amargo, nos abrazamos, hace demasiado frío. “No van a volver”, quiero decirle pero no puedo, le sirvo más café. “tengo pena”, le susurro con mi aliento suave de demasiado humo.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS