Encuentro celestial, bipolar y eterno,
Lleno de contradicciones emblemáticas y auténticas,
Sumergidas entre hisopos de algodón y de miel.

Génesis de tiempos sin tiempo,
De generaciones ahogadas entre el alcohol y la ansiedad,
Suspenso suministrado de pequeñas ilusiones,
Que vuela y revoloteando entre farolas descompuestas.

Como esta sociedad cautelosa y temerosa de sí misma,
Así es el ansia de nuevas juventudes,
Así son sus deseos cabalísticos y místicos,
Llenos de saberes entre cruzados por el corazón.

Corazones llenos de alba y de nocturno,
Canciones peculiares y eternas que se balancean,
En este preguntarse en el tiempo.

Cánones de belleza y batallas rotas,
Trasgresión de los sentidos que se colapsan y se constriñen,
Fin… canta el poeta muerto,
Fin de fines, fin de milenios.

Génesis de misterios insinuados, de presagios,
Y de gurús muertos, de vasijas pequeñas,
De grandes pendientes culturales.

Así es esa poesía inacabada,
Como esta Génesis y Evangelio,
Que culmina por adoctrinarnos,
Que termina por suministrarnos nuestras dosis;
De goce y dolor que solo puede causarnos la vida,
Que solo no puede soportar la muerte.

Más en este génesis y evangelio,
Los acordes se mezclan y ondeando.
Como en esa canción mesiánica
Que se llama religión,
La cual me la infundieron hasta penetrarme.
Hasta llenarme los huesos de sus falacias,
Y que ahora tan solo el tortuoso rosario,
Me causa cierta repulsa acompañada con desdén
Y odio.

Pero me dejo de atormentar, para luego pasar al placer,
Ese placer dulzón y desentrañado que medan tus besos.

Esos besos, fríos y palatinos que culminaron,
Por enyerbarme todo, hasta volverme esto que soy.
Esto que fui y seré…
Un esqueleto en vida, viviendo la vida ajena,
Siempre preguntándome por una rosa o por el sexo.

Más antes de concluir esta poesía,
Esta que intenta sin haber estudiado letras,
Confundirse entre viejos poemas taciturnos,
De poemas melancólicas,
Me despido pensando en Platón,
Ese maniático y compulsivo filósofo,
Vejador de poetas muertos,
Aunque el bien que escribía poesía en silencio,
Sin llegar a reconocer, que la pluma se hiso para eso,

Y el culo para coger.

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