Aprieta los ojos, suspira y se muerde los labios lentamente como tratando de controlar, si con fuerza tratando de controlar de empujar hacia dentro todos esos sentimientos que como pistola de confeti quieren salir, necesita deshacerse de toda esa “mierda que le rodea” pero no puede, toma el trago mezcal que esta sobre la mesa y luego de vuelta al movimiento, sus ojos se vuelven menos saludables, mientras su esencia se debilita y la sangre intoxicada le recorre el cerebro, ya no piensa sólo desea ese insano momento de fugarse de la realidad.

Se coloca el cigarro entre los labios, toma de forma temblorosa el encendedor que se encuentra en la mesa pequeña donde está sentado junto a la sala, en la mesa pequeña que rodea el espacio de muros y cortinas a medio lavar, empolvadas.

El silencio se ve interrumpido por la llamada que tanto espera, toma la llamada con esa seguridad de mil de leones que galopan en el ansia desmesurada de la adrenalina, sabe que ha llegado la hora, que esa será la llamada que esperaba con tanto temor… controlando cada nervio de su cuerpo contesta.

Una o dos palabras eso es lo único que necesitaba. Cuelga el teléfono y saca de la bolsa izquierda de su camisa un pequeño sobre de cocaína, lo esparce en un pequeño espacio de la mesa y encuclillas procede a cortar varias líneas, con un billete enrollado la absorbe lentamente y luego rápidamente por la nariz, sus pupilas se dilatan y lo ponen en sintonía. Toma la maleta que esta sobre unas cajas y sale de la habitación cerrando con llave, su agilidad se vuelve lucida y concordante, sus pasos firmes y toda su inseguridad se va, filtrándose por las hendiduras rasgadas de la acera.

Sube a su carro aventando la mochila que lleva en su mano derecha al asiento del copiloto, su auto un Fort de 1956 bien conservado, por cierto, adentro otras dos mochilas pequeñas, y se dirige sin miramientos a la dirección acordada un edificio de maquila de ropa, una fábrica muy bien colocada al otro lado de la ciudad por Ecatepec.

Ahí sube los cinco pisos sin ningún contratiempo, después de todo la fábrica está cerrada y resultaría fácil para el romper las cadenas de seguridad con unas alicatas manuales, sin mucho escandalo como se lo ha pedio por teléfono. Sube los cinco pisos de la vieja fábrica y su concentración es impresionante, la frialdad de sus ojos es evidente y su objetivo esta tan fijo en su mente que es difícil sacarlo de ese trance. Después de todo lleva años de entrenamiento en el servicio militar, sin embargo, de vez en cuando acepta misiones extras que le dejan mucho más dinero en sus servicios ocultos en las redes del bajo internet, “la Deep wep” en donde lo contratan como asesino asueldo.

Y es que no es raro que agentes de la policía a veces ya sea por necesidad económica o por el estado mental en el que viven necesiten de este tipo de métodos para obtener algo más que dinero, ya que es evidente que la adrenalina es la peor de todas las drogas.

Ya en la azotea saca de las maletas el arma que tendrá que armar y algunas otras cosas que necesitara para escapar de ese lugar, al otro lado una bodega abandonada. Minutos después dos carros sumamente lujosos llegan al lugar, al parecer alguien importante, se le ha ocurrido hacer negocios turbios con la mafia organizada. Pero eso no es lo que parece, es un empresario quien esta pagado el rescate de su hijo, quien ha sido secuestrado.

Los dos hombres se bajan del auto lujoso y esperan más de 45 minutos, uno de ellos contesta una llamada y de adentro de la bodega salen dos hombres armados uno de ellos lleva a su hijo maniatado de las manos y vendado de los ojos.

El tirador está en posición y cumple el encargo de una forma limpia, no hay problema ya lo ha hecho antes y puede ser una buena idea usar distractores siempre así será más fácil cumplir su trabajo. Ya con el joven secuestrado a salvo y los secuestradores en el piso, no hay mucho que hacer.

Al menos eso se pensaría si fuera esto real, lo cierto es que siempre se complica la situación cuando hay rehenes, no siempre salen las cosas como en las películas, algunas veces se cometen errores y el resultado es otro, no siempre se obtiene que la víctima ósea el secuestrado salga bien librado, a veces los secuestradores tienden a matarlo antes de ser liberado, otras veces ya lo han hecho por adelantado y aun así piden el rescate.

Pero lo que resulta inamovible es que, si quieres estar en el negocio, lo tienes que rescatar si no, no te pagaran ¿Quién pagaría por un trabajo no conseguido?Yo creo que nadie, tal vez por eso en la gran mayoría de películas de acción, nadie les paga a los asesinos por adelantado, así como tampoco les pagan a los deudos el funeral.

O al menos en la gran mayoría de cintas es así. Lo cierto es que siempre resulta difícil hacer ese tipo de escenas, sobre todo para que la audiencia las crea y resulten más factibles, aunque tanto en la realidad como detrás de las cámaras siempre resulta inverosímil creer en vengadores anónimos o al menos eso es lo que yo pienso al ver esa película de acción.

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