Sobre el acueducto entre miles de miradas que ven mis malabarismos sobre la línea recta a punto de caer. En el sentido figurativo, de caer al vacío, algunos se preguntaran:

¿Vaya si está loco? A quien se le ocurre subirse a ese monumento y caminar por el sin zapatos, otros por el contrario observaran tibiamente el espectáculo mientras termino de quitarme los calcetines y las monedas caen de mi pantalón a cuadros, en mirada enferma veo la línea recta que trasforma toda la realidad, y mientras mis últimos recuerdos se escapan de mi metáfora en tintada con mares de calamares hambrientos, yo vuelvo a mi lujuriosa mirada de adhesivo y cocaína.

Así vuelvo al alambre de las aves cantoras del paraíso. Y sigo mirando mis pies caminar sin miedo a la caída, solo el alucín presencia mi mirada… ¡Tengo alas que me salvan y me cobijan ante el descalabro del mundo!y sigo la línea curvilínea de tus labios, soy un trotamundos de doncellas que nadie quiere, que nadie recoge… payaso de trompos y trombones, deseando que tu mano santa me encuentre en el último anden de un metro que nunca llegara en mis paseos matutinos por la gran ciudad:

» Y beso tu figura de musa arcoíris, amanso tus bestias con mi canto de poemas a flor de piel, amacerados con el último trago que me quedo antes de partir, y beso tu figura de cartón, mientras me meto la mano en el pantalón… soy amante de las líneas sombrías de tus ojos y las zapatillas de leopardo de tus pies.»

Pero dejos las locuras poéticas para mañana, guardémoslas en aquel jarrón de vidrio soplado de mi abuela de color verde… digo esto mientras me quito la camisa y sigo caminando por esa línea fina de un acueducto interminable, sin vuelta abajo, voy y sigo presentando mis desniveles mórficos en esta metamorfosis que no termina de imbuirla el alma.

«Rosa o jazmín… Rosa o jazmín… jazmín o rosal que me partes el alma de esencias de mañana que se aparean con el atardecer en una diminuta línea llamada cordura.»

Después de algunos instantes en mi desvarío llegan los bomberos y me bajan de aquel lugar, me suben en una patrulla que ya ha acordonado la zona de bullicio y admiración y me suben en ella…

¡Mañana veré a los venados correr! Porque hoy no será posible completar mi travesía, digo esto mientras el oficial arremete un macanazo sobre mis piernas, ya lejos del bullicioso lugar…

-Vaya que eres pendejo amigo.

Mira que desnudarte en plena vía publica y caminar por el acueducto. ¡Dale otro a ver si entiende!

Dice el otro oficial, mientras levanta de nuevo su macana y me golpea en la entre pierna, yo me retuerzo de dolor, pero en ese momento pienso en tus gemidos, en tus caderas que se menean al ritmo insano de la música y el dolor se disminuye con tal intensidad que estoy de nuevo en la órbita de tus ojos viajando mil años luz de esta enferma realidad de la que me cuesta tanto respirar, respirar, respirar sin ti Corina… sin ti…Corina, Corina…

(Un equilibrista en algún lugar del mundo pierde a su novia Corina dice el periódico que sostenía este amanta de las alturas mientras intentaba quitarse la vida por una fuerte depresión… ¿Quién ya está siendo evaluado por las autoridades competentes? Eso dice el periódico al otro día del suceso… vaya que se puede morir por amor, ¿Quién dice que no? si hasta los pájaros que no tocan la tierra padecen a veces de él.)

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