Aún sigo sin creerme lo, tengo la esperanza de que abras la puerta de mi habitación y que vengas a mirar que estoy haciendo o simplemente a saludarme.

Es increíble el miedo que tenía a pasar por esto, lo duro que ha sido, es y será, que te estoy echando de menos desde el primer segundo, el inmenso vacío que has dejado en mí.

Ay mi lunita, mi peludita, mi piquiñina, mi peluche viviente, mi pequeña , la niña de mis ojos, la chica de mi vida. No sabes lo mucho que te echo de menos, lo raros y pesados que van a ser los días sin ti.

Eras de las pocas cosas que me alegraban mis días, me va a ser muy complicado llegar a casa y que no me saludes, no ver tu cacharritos de comida y agua en la cocina, no escucharte jugar más en la terraza, llegar a casa y no poder comerte a besos, tus peleas con el gato, dar paseos tú y yo solos sin que nadie más nos moleste, y muchas más cosas pero sobre todo, algo que voy a echar mucho en falta son las noches acostada a mi lado a lo ancho de la almohada.

Como te echo de menos luna, como echo de menos ese ruidito característico que solo hacías tú cuando tenías mimos, como voy a echar de menos esos pelitos revoltosos que me acariciaban y me hacía cosquillas por la cara.

12 años que me han pasado volando, 12 años llenos de cariño de amor altruista, amor que puedo asegurar que fue incondicional y real.

Puedo asegurar que me has ayudado muchas veces más que un incontable número de personas sin decir absolutamente una sola palabra. Que tendría que haber más perros como tú y menos gente imbécil en esta sociedad podrida. Que no entiendo cómo hay gente que es capaz de maltratar al miembro más fiel de la familia. Es ser humano es repugnante al lado de una «simple» mascota. Para mí fuiste, eres y serás todo.

No puedo negar que llevo con el corazón en un puño desde que te has puesto enferma, que todos los días me he torturado con el hecho de tu marcha, que a medida que se acercaba el momento mi corazón se aceleraba hasta el punto de querer salirse a través de las costillas o tratando de romperme el esternón. Fue duro llevarte en brazos hacia las puertas del cielo, pero más duro ha sido verte sufrir y más duro va a ser todavía no volver a ver esos ojitos que me encandilaron desde que los vi y qué me endulzaban los días.

Eras una perrita pequeña, pero no sabes que el amor que dabas era inmenso, que algo dentro de mi me hace sentir incompleto.

Siempre seguirás viva en mis recuerdos, miraré por las noches el cielo estrellado para buscarte. Hazle compañía a Tito allí donde quiera que estéis, en un tiempo nos volveremos a ver y qué ganas tengo. Descansa en paz en Arriondas mi templo.

Te quiero mucho mi luni, ojalá poder abrazarte por última vez, dejas un amor insustituible para el resto de mi vida.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS