Los domingos,

eran tardes intoxicadas de blusas de guingas almidonadas.

Inquisidoras, pasaban revista.

Las palabras que lanzaban eran frías

navajas de hielo

cortaban sus mejillas.

Su inocencia, diana improvisada.

El dardo, aguijón afilado que vuela,

e impacta en su cara imberbe …

Y por fin … ¿ya tienes novia?

Tu primo ya tiene muchas,

¿cuándo llegará ese día?

No sale ni una respuesta

sólo un débil balbuceo

nadie le socorría.

El niño aquel se moría,

muchas tardes de vergüenza

acosado por sus tías.

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