Un día te darás clara cuenta que ya nada será lo mismo… A los 21 años, luego de un azaroso partido de fútbol, llegue a mi departamento de soltero cansado y muy lastimado de la pierna izquierda, a media noche me sacudía en fiebres y me era difícil pararme, ya en la clínica, gracias a unas placas se supo que no jugaría más mi deporte favorito, pues tenía quebrado el talón de Aquiles…, quede en shock…, el resto de los días me la pasaría guardando luto, pediría la cura de sueño…, empero, la vida me daría otra sorpresa; Una mañana, cuando espiaba las demás habitaciones de la clínica, oí que un jovencito se había puesto senos, pues estaba en proceso de volverse mujer, en aquellos pasillos silenciosos solo se habla de “ella”, decían: -Inuby ambiciona esto-, -Inuby explica aquello-, -que hermosa que es Inuby-, -¿han visto sus ojos?-…, todo ese cotorreo me pareció excesivo para un joven transexual…, picado, solo quería verle y satisfacer mi curiosidad, así que cogí mis muletas y fui a buscarla entre el laberinto clínico…, halle la puerta de su habitación entre abierta e ingrese resuelto y sin prejuicios, ella dormía, las ventanas estaban corridas de par en par y las cortinas ondeaban discretas dejando pasar un poco de luz tras el viento que las movía en un original compás, ella tenía un libro en el vientre y sus deditos atajaban la página en la que se había quedado dormida, leía: “Patriarcas Antediluvianos”, vaya, era lo que decían, una mujer realmente joven y agraciada, me dio mucha vergüenza robarle un poco del mar de su tranquilidad, extasiándome en aquellos gestos de chiquilla, oscile abochornado en el trance del mal momento y me marcharía raudo y silencioso…, pronto me sorprendería su voz glacial detrás mío, “que buscas”, pronunció, entonces volteé y le respondí al momento, “quería ver cuán bella eres”, recién ahí se quebró el orden de todo lo que creí lógico, ella sonrió y me extendió su mano frágil…, “amigos”, le di la mía y le respondí “amigos”. A partir de ese instante, se estableció un infrecuente vinculo, una extraña manía, un extraño paraíso de espíritus absortos e insignificantes que jugaban a las fingidas, sabiendo que tarde o temprano los vericuetos del destino terminarían por enfrentarnos en preguntas básicas que finalmente nos acabarían; En esos precarios días me conto que su padre era francés y su madre cusqueña, trabajaban para una ONG que coleccionaba testimonios de culturas iniciáticas de gran parte del orbe y que todo lo que sabíamos era una farsa, un grupo de iluminados destinaban el mundo, sacando y poniendo gobiernos e ideas, revolviéndolo hacia sus intereses de todo poderosos, la historia, la política y la religión mostrando hechos parciales, construyendo y destruyendo la novela del mundo…, cruzada de piernas y brazos, a tras luz, sentadita en el filo de la cama argumentaba sus reflexiones una a una, con gran convicción…, realmente a mí no me interesaba su discurso, soy tan básico y mi mundo tan real, que no comprendía porque me enredaba torpemente en este “romance” atizado por temas ocultistas y de transgénero, completamente hipnotizado no dejaba de verla; Pronto una mueca hostil fuera de la construcción alucinante de cuanta belleza creamos en esos instantes apócrifos y a su vez enajenados me devolvió el ego, me devolvió la razón, la lucidez…, educadamente me despedí, era lo suficiente, debía huir para siempre, entonces pedí mi alta y di por acabado ese extraño capítulo de mi vida; Ahí quedó todo, debía volver al mundo real, estaba retrasado en la universidad y el trabajo, así que me costó volver a tener todas mis cosas en orden, como a mí me gustaba… Norita amiga entrañable con quien compartía secretos más allá de la amistad, era mi válvula de escape, mi brújula, mi voz interior, la malla que me impide caer, pero, cómo confesarle lo que me pasó… Desde que me emancipe ella siempre estuvo a mi lado y yo más que verla como una novia, la veía como una hermana, no podía tomarla como mujer, por eso calle, este episodio oscuro se lo oculte y algo de nosotros también cambio… Una tarde llego a mi departamento un amigo en común, Herman, quien era de la Universidad Católica y nosotros de San Marcos, sospeche que me quería decir algo importante, es más, imagine que lo sabía todo y venia por los detalles cuanto morbosos, inquieto, se rascaba mucho la nuca, entonces camino a la barra, se sirvió café, tomo valor y me lanzo el dardo, “cierto que cambiaste a Norita por un travestido”, me sorprendió la afrenta, ni siquiera lo dijo como pregunta, por último que le importaba, no tenía que explicar nada a nadie, menos a él, enmudecí…, “sé que soy el menos indicado en darte un consejo…, pero…, ¡no le hagas eso a Norita!…, ella te ¡ama!, y si se confirma el cuchicheo, de seguro la matarías”…, luego se marchó y me dejo con la granja revuelta… En la soledad del departamento volverían a mí las imágenes siempre fantasmales de Inuby corrigiendo los datos de mi vida, recordando su voz en sus últimos relatos. Inuby tenía 5 años cuando descubrió que su destino ya estaba trazado como el vuelo de una estrella fugaz, su padre al descubrir la fortuita homosexualidad de su hijo le invento una realidad mitológica de un mundo divino y fantástico que el mismo creía y recreaba, donde ella era una Diosa que debía dejar las costras mundanas para sacrificar su organismo a la pureza del espíritu, del alma, convirtiéndose en una deidad Anunnaki…, desde muy chiquita le contó encarecidamente leyendas antiquísimas donde era la elegida para salvar a un pueblo mudándose el cuerpo hasta lograr la divinidad, toda ella era pura virginidad y paradisíaca ternura, descifrada en jeroglíficos sumerios antiquísimos para finalmente estar dispuesta a ser entregada a cuerpos celestiales que vendrían pronto por ella…, termino de decirme todo lo que les digo justo en la rampa misma del avión que la llevaría a Francia, entonces comprendí, contada toda su verdad, que nada será lo mismo, no solo jamás volvería a jugar futbol de competencia, sino algo mucho mayor se apodero de mi razón y de ahí en más mi vida no sería la misma, me envolvería por siempre el misterio de esa niña atrapada en una burbuja tan extraña como la propia vida…, mi vida.

EPÍLOGO

Poder explicarles mi situación vital, poder decirles que me está pasando, explicarles con palabras coherentes lo que estoy sintiendo, es realmente imposible, no puedo transferir lo que me sucede…, entonces salí de mi trabajo cerca de las cinco de la tarde y baje por Malecón Balta hacia la playa, tengo un dolor fuerte en el pecho, no sé qué es, el mar se traga al sol y me traga a mí también, me desnudo tirando mi terno y corbata a la arenisca, algunos bañistas sonríen mientras camino de frente a esa masa verde oscura que es el mar y siento frío, mucho dolor y ganas terribles de llorar, el mar me recoge como un trozo de madera y mis lágrimas se unen tardías al océano mágico y cruento a su vez, mi cuerpo se cuartea como un hielo glacial y por fin mis osamentas se desprenden fácilmente de mi todo, mi cabeza brota del tronco y flota como una calabaza malhecha hacia la nada, hoy en medio de mi muerte por fin comprendo la naturaleza de Dios… toma mi mano señor…

Enrique Zevallos Santillan

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