Usted es la culpable de mi felicidad. Cuando nuestros labios tropezaron, usted es la consecuencia que me arrebata los sueños. Cuando nuestro labios chocaron como dos estrellas en el espacio, usted me enseño amar los más odiado. Hacer de los más inutil una fuente basta de colores. Si, usted es la dueña, de mis pesares y esclava de mis risas veraniegas. Usted me enseños a leer los labios del corazón, y derramar alegrías en la más cruda de mis desdichas. Que bendito es el amor! Pues gracias a usted aprendi hacer del dolor una perla llena de dicha. 

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