Aquí

Pensé que mis piernas temblarían como los helechos

Cuando corre el viento aullando,

Por la ventana abierta que los alberga con cierta indiferencia,

Pensé que me pondría nervioso como las mariposas

Que revolotean sin decidir cuál flor usar como su sustento,

Habiendo tantas con tan invitadores aromas,

Pensé que mis temores se escurrirían sobre mi piel como aceite recién prensado,

Deslizándose suave y notoriamente como los caracoles,

Sobre las hojas verdes que se doblan con su peso pero resisten a lo tonto,

Pensé que si me besabas estaría nervioso,

Que mi estómago se enroscaría como las lombrices entre las raíces,

Y que me dolería pasar la saliva como si esta fuese de cloro,

Pero no, no sentí miedo, no sentí premura,

Estuve tranquilo como el agua en un vaso dejado sobre la mesa,

Estuve cómodo en mi propia piel como si está no estuviese estriada,

Me besaste y entonces el tiempo se detuvo,

Me tocaste y entonces mi alma se sintió libre,

Y es así como debía de ser…sin temor alguno,

Sin prisa, sin remordimientos,

Sin sentir que algo estaba mal o sin sentir que no me hallaba en este mundo,

Y así en paz plena, en dicha epitelial y enamorado,

Me quedé en tus brazos,

Como el aire se queda en mis células,

Me quedé mirando tus ojos verdosos,

Como la tierra mira el ondulante manto de la aurora,

Y ya han pasado diecisiete años desde ese beso,

Y no podría comenzar mis días sin uno más…

Aquí me quedo…contigo,

En este pellizco de primavera que es nuestra casa,

Aquí me quedo…contigo,

Porque la vida a tu lado es siempre más bella.

Despedida

Deja ya de pisotear las tumbas,

Ya bastante tienen en que pensar los muertos,

Además tus pies están sucios,

Y las sábanas limpias…

Así que si vas a acurrucartea mi lado esta noche,

Entra ya…

Que estoy cansado de estas discusiones tontas…

Hace frío, la comida esta rancia,

Mis versos con más arrugas que mi carne mustia,

Entra ya…

Que las bisagras están oxidadas,

Y puerta chilla al mecerse con el viento masticado por el tiempo,

Deja ya de dar vueltas a esas lápidas,

Acariciándolas interrumpiendo su frialdad perpetua,

Y emplea toda tu energía,

Y toda tu malicia,

Como gasa limpia, como plumas que acolchan el nido,

Lávate las manos,

Para que el olvido no me tiña como olla quemada,

Y ven ya…

Que el invierno ha llegado,

Y los días son más cortos que mis instantes de cordura,

Tengo sueño,

Estoy cansado,

Estoy listo para esta noche nuestra,

Para esta visita que quizás sea la última,

Estoy listo para susurrar tu nombre y quedarme dormido,

Por fin te has hecho presente,

Por fin atendiste mi ruego…oh dulce muerte,

Las pastillas me han dado sueño,

Así que ven ya,

Acurrúcate a mi lado,

Que no quiero cruzar el puente…solo,

Mañana caminaré descalzo sobre otros prados,

Sin que el cuerpo duela,

Sin que la mente se destartale como con lepra,

Ay dulce muerte…

¿Por qué tardaste tanto?

Apaga la lámpara de la mesa de noche,

Hasta mañana.

Nada

Ya ni recuerdo las caras de aquellos sueños hermosos,

Ni sus voces alentadoras,

Ni sus rondas con cantos alegres,

Se marchitaron tan rápido,

Como una maceta abandonada a su suerte en un rincón oscuro,

A veces pienso en ellos,

A veces quisiera visitarlos,

Y porque no…abrazarlos,

Luego recuerdo que murieron y los lance al agua,

Pues cavarles una tumba me dio pereza,

Y así me sequé como el Dallol en Etiopía,

Como aquella pueril poesía,

Que recorría mis pensamientos,

Con más premura que las incontables manos que acariciaron mis piernas,

Y de ellas también sólo me queda el recuerdo,

Ay…necesito una pausa,

Grande, alargada y meditabunda,

Silente como un nicho clandestino,

Necesito recostarme y cerrar los ojos,

Quizás respirar con un poco más de ahínco,

Acariciar la tierra húmeda como una vez acaricie tu espalda sudorosa,

Y volver en el tiempo,

A cuando había fuerza en mis piernas y mis brazos,

Y una ingenua locura en mis labios,

Ay…necesito una pausa,

Un minuto de silencio por aquellos sueños malparidos y ahogados

En este mar narcótico que es mi sangre,

Necesito un respiro…

Y una fosa recién abierta con picos, palas y sudor salado

Y recostarme en su interior con la cabeza mirando al norte,

Acurrucado como cuando era niño,

Sereno como cuando era amado,

Necesito un momento,

Una pausa,

Un reinicio…

Necesito detenerme por completo,

Pues ya no me queda energía,

Ni amor, ni cordura, ni mucho menos poesía.

Espera

La impaciencia volverá como uno de mis tantos arrebatos,

Como el hambre que retuerce el estómago,

Como vuelve el amor cuando es sincero,

Sin anunciarse,

Simplemente se aparece…

Entonces me culpo de todo y de nada,

Entonces te culpo de todo y de nada,

Esa intersección entre el amarte

Y el no querer necesitar de más nadie

Que de mí mismo para sobrevivir, se hace borrosa,

Sé que soy complicado como matemática cuántica,

Sé que puedo indescifrable como sumerio antiguo,

Pero nunca te he causado más dolor del que me suplicaras,

Nunca he hincado mis dientes en tu piel más de lo que me pedía,

Y es que a si somos,

Como un poema hilvanado con versos sádicos,

Con rabia diluida en ternura líquida,

Y si nos tocamos,

Nuestras pieles reconocen en las manos del otro,

Al dios de su credo,

Al milagrero impío, al santo profano…al adán contemporáneo,

Gira y gira,

Toca, roza, acaricia,

Esta noche del lobo, se amansa entre nuestras piernas,

Esta noche de luna,

Te pierdes en mí

Y yo en ti…

Como la vida se pierde en un cualquier humano,

Como la cordura se vuelve fofa cuando llega la pobreza,

Y uno trata de aferrarse a ella,

Como yo a ti con mis piernas,

Como tú a mí con tus promesas…

Algún día se cumplirán todas como profecías,

Algún día tu nombre acompañará el mío,

Y al morir podrán ser grabados juntos en la misma lápida,

Algún día…

Algún día.

Máscara

Este ceño fruncido hace juego con mi boca rota,

Con esas sonrisas que se han apolillado,

Y son solo memorias tristes, viejas y paupérrimas…

Así no me gusto,

Así que visto una máscara,

Con una sonrisa dibujada,

Una que no es ni muy amplia, ni muy escueta,

Simplemente perfecta,

Como una noche al lado de un lago vaporoso,

Donde el agua ondula al caer en ella las flores maduras

De matas amarillas de girasoles esbeltos…

Visto una máscara ceñida,

Una que se ha mimetizado con mi rostro,

Así que nadie nota la careta que pende de mis orejas,

Como la primavera pende de mis ventanas,

Y así la mantengo todo el día,

Como un verso que revolotea en mis pensamientos,

Sin encontrar una rima mínimamente sensata,

Y hastiado de su falta de compostura se suicida…

Visto una máscara,

Una que disimula mi mirada perdida,

Mis ojos llorosos,

Mi semblante desencajado,

Como mi quijada después de tantos puñetazos…

Visto una máscara,

Y a veces me es tan difícil reconocerme sin ella,

Pues se siente muy cómoda,

Como la lujuria de antaño enraizada en mis piernas,

Donde legiones se arrodillaron sin elevar rezo alguno,

Pero de eso, no queda más que el recuerdo,

Y la vocación añeja de puto,

Uno que ha amado y ha olvidado,

Uno que ama y es amado,

Uno que aun en cuando debería ser feliz se siente roto,

Como una copa que se resbalo de la mesa,

Como el útero de una mujer que abortó en un consultorio sucio,

A la espalda de un mercado,

Y murió atropellada al mirar atrás con remordimiento…

Sí, estoy triste y quebrado,

Pero llevo una máscara con una sonrisa delineada,

Y eso es todo lo que el mundo ve,

Y todo lo que voy a mostrarle.

Fin

La depresión ha saltado a mí como un sapo,

Y sobre mis labios se ha balanceado,

Y en ellos ha defecado,

Entonces mis rimas son sólo un rosario de penas,

Una que se reza cuando nadie me está viendo,

Cuando estoy acurrucado en mi cama,

Y el yace dormido ignorante de lo vacío que me siento,

Sin embargo, la pena no es como un reloj afinado,

Y a veces logro esbozar una sonrisa,

Acompañada de una mirada que brilla como pasto bajo la lluvia,

Y de ella se deslizan palabras almendradas,

Como la neblina rala de Marzo,

Y hay días en que mis manos y mis pies se sienten como tiempo de cosecha,

Con emociones que florecen en miles de colores hermosos,

Y hasta yo me siento hermoso,

Y sonrío como alguien que aún disfruta de la vida,

Y acaricio sin disimulo,

Abrazo fuerte y con sentimiento de pertenencia,

Canto, desentonado, pero con sentimiento vivo,

Y si me quedo en silencio puedo oír mis propios latidos,

Y me alegra el hecho de seguir respirando,

Y las ganas de verte y tocarte me parten los nervios,

Me desespero…

Pues hay días en que deseo perderme debajo de tu ropa,

Y quedarme allí hasta que la muerte se nos una,

Ménage à trois…sexy, sudoroso, como los muchos que tuve en mis años mozos,

Pero sólo son pocos días,

Y como flores con fecha de caducidad…luego vuelvo al letargo,

A esa sosa existencia llena de narcóticos,

A este barrio marginal que llamo vida,

En la que transito sin prestarle atención a las voces que se impregnan en el entorno,

Como grafiti plagado de mensajes suicidas y palabras obscenas,

Sólo por unos días puedo sonreír siendo sincero,

Luego vuelvo al claustro donde mis uñas marcan los días que espero a la sentencia,

El final de todo…a mi querida hermana muerte.

Perdóname

La culpa viene sigilosa como las patas del gato,

Luego se acurruca en cada rincón cálido del alma,

Entonces uno ya no se pertenece a si mismo,

Sino a lo que hizo y lo que no,

Y sigue pensando…analizando,

Tratando de no enredarse en las púas

De esa menta que parece campamento de concentración…

Donde hay más gas que substancia,

Donde hay un eco constante de miseria y desesperanza…

La culpa llega sigilosa,

Como las esporas del diente de león arrancadas por la brisa,

Y se disemina en cada rincón del alma,

Y pienso en lo que hice, en lo que no…

En lo que pretendí hacer y cómo resulto todo,

Desastroso como mí cabello al despertarme,

Desordenado como mis pensamientos,

La culpa ha venido sigilosa y agazapada entre mis actos profanos,

Los cuales intento minimizar con poco recato

Y con suma soberbia,

Como un cowboy psicópata, montado en un tiburón blanco,

Aferrado a ese imposible que sabe que lo devorará por completo,

Estoy lleno de culpa como agua y sangre,

Así que no me toques esta noche,

Que me siento pegajoso por los besos de otros labios,

No me mires esta noche,

Que ya no me siento tuyo…

Lo siento, te fallé,

Lo siento, te traicioné,

Lo siento, perdí el control de mi ingle inquieta,

Ahora me siento tan ajeno a este tu lecho,

Como la nieve forastera cayendo sobre el suelo de Egipto,

Lo siento, te fallé,

Lo siento, te traicioné,

Lo siento, ojalá puedas perdonarme.

Siempre

Me siento como Noviembre…extraño,

Tibio y frío al mismo tiempo,

Quisiera que mi cuerpo se sincronizase con el mundo,

Así podría estar despierto cuando corresponde,

Y podría soñar toda la noche,

Que me pierdo en ese bosque con cruces de bruja

Colgadas como frutos maduros de los árboles altos,

Casi tan altos como mis niveles de dopamina,

Cuando te siento cerca,

Cuando me miras,

Cuando me tocas,

Cuando susurras mi nombre,

Cuando te enredas entre mis piernas y brazos,

Con fuerza, con el anhelo de infinito,

Y con ausencia de espacio propio,

Como raíces sinuosas rompiendo la vereda,

A las que nos les importa el viento

Que se filtra como dardo por las cortinas ajadas y la puerta entreabierta,

Quisiera que mi cuerpo se sincronizase con el mundo,

Así no me sentiría como año bisiesto…confuso,

Atolondrado y a veces hasta consumido,

Como un cigarro encendido abandonado en un cenicero,

Quisiera que todo estuviese en silencio,

El aire, la lluvia y la música ligera

Para poder oír únicamente mis latidos

Y no estas voces parlanchinas que interrumpen mis pensamientos,

Quisiera no sentirme prisionero en mi propia carne,

Pero, no lo logro,

Me siento mareado y adolorido,

Con la piel punzante como estocada por miles de agujas,

Así que tenme paciencia al besarme,

Tenme paciencia al amarme,

Pero sobre todo tenle paciencia a mis emociones burbujeantes,

Siempre inesperadas como las olas,

Tenme paciencia y toma mi mano,

Acaricia mi cabello,

Susúrrame cosas a los oídos,

Que el dolor se irá como vino, sin aviso, sin papeleos, sin trámites,

Sólo tenme un poco de paciencia,

Solo un poco…y luego seré tuyo,

Como lo he sido hasta ahora,

Como deseo seguir siéndolo siempre.

Cariño

Vacío está el útero de la noche,

Los fantasmas y las penas han atravesado el umbral de su prisión eterna,

La oscuridad ha reclamado los cielos,

Las estrellas se han extinguido,

Como luces de navidad que se han ido quemando una a una,

Y aquí nos tienes a los tontos enamorados,

Hilvanando versos,

Atizando el fuego de nuestras entrepiernas con manos justicieras,

Desencajando nuestras sonrisas con gestos más morbosos,

En ausencia de alguien que nos bese,

En ausencia de alguien que nos toque,

Buena es la melancolía,

Buena es la labor estúpida de la poesía,

Y así te recito salmos en mi mente,

Te susurros los cantares más dulces en mi mente,

Sabiéndote lejos,

Sabiéndote ajeno…ajeno a estas manos, a este cariño,

A esta cama tan inmensa como el océano,

¿Dónde te quedaste jugueteando?

¿En qué cama te encuentras gimoteando?

Sí, sé que tu piel dejo de ser un terreno pio hace mucho,

Sí, sé que tu ser dejo de ser el altar pío de mi credo,

Y aun así, de la manera más estúpida,

De la manera más caprichosa,

De la manera más torcida,

De la manera más pusilánime…te extraño,

Te añoro,

Te deseo,

Sí, sé que doy pena, como el velorio de un quemado,

Sí, sé que doy lastima, como un aborto espontáneo,

De la mujer que se muere por ser madre…

Pero, así me moldearon tus manos,

Pero, así me pervirtieron tus caderas,

A amarte,

A necesitarte…

Y hasta mendigarte,

Eso que entregas a cualquier samaritano excitado,

Un poco de tu calor enajenado,

Un poco de la frescura de tu aliento,

Un poco de tu lascivo cariño.

Descorazonado

Has confundido mis miradas con versos enamorados,

Escritos y perennes…

Llenas de gracia como María,

Llenas de vida como las obras de Miguel Ángelo…

Has confundido mis piernas con raíces inquebrantables,

Testarudas e indómitas,

Frescas como el mar de la Plata,

Lisas como la nieve en las calles de Yugoslavia,

Pero no soy nada de eso,

No tengo el corazón puro,

No tengo la fuerza para acompañarte en este camino,

Mis pensamientos me pesan más que mis propias caderas,

Mis ansias de libertad gritan más que la Bastilla,

Me encanta acariciarte,

Disfruto besarte,

Y hasta me emociona enredar mis extremidades entre las tuyas,

Dormir rodeándote con mis brazos,

Como las ramas antiguas rodean los brotes nuevos,

Pero no te amo,

No te necesito para seguir sonriendo,

No te extraño a cada minuto,

Ni mucho menos pienso en ti cuando llueve o hay niebla,

Y se me antoja estar en mi cama,

Quizás contigo, quizás con alguien más…

Ya estoy viejo,

Y el corazón se me ha secado como uva avinagrada,

No hay amor en esta sangre que me recorre por completo,

Así que ve,

Corre, salta, diviértete, vive…

Y mejor huye,

Que mis piernas son enredaderas codiciosas e ingratas,

Una vez que me aburra te dejaré,

Bésame, tócame, serpentea mi piel toda con tu lengua,

Acopla tus gemidos a los míos,

Siénteme llenar los cálices de tu anatomía,

Quédate a dormir una que otra noche si así lo deseas…

Pero, no te enamores,

Yo ya ame y olvide como se hace eso,

Yo ya ame y no quiero volver a hacerlo,

Así que guarda tu corazón de mandarina madura…

Después de todo esto es sólo un juego sudoroso,

Dónde solo el guerrero cruel sobrevive.

Promesa

Moriré con la arrogancia del guerrero ungido,

Alucinándose un ángel de fuego,

Tejiendo redes con sus propios pensamientos,

Y envenenándose con sus propios versos sanguinolentos,

Blandiendo sus principios como estandartes regios de guerra,

Moriré sabiendo que con la misma frescura con que viví y ame,

Sobrevivimos a lo que unos llamaban pecado,

A los que otros llamaban capricho,

Y a lo que nosotros llamábamos amor del bueno…

Moriré a sabiendas que soñé,

Que fui generoso cuando tuve la oportunidad de serlo,

Que perdone a quien me insulto,

Que cuide a mi familia como un tesoro precioso,

Que sonreí aun estando adolorido,

Que camine erguido a pesar de estar anestesiado,

Moriré con la certeza de que me amaste,

Que unimos nuestros caminos como se unen los minutos y las horas,

Que vivimos entre flores y espinas,

Pero siempre juntos,

Con los dedos entrelazados como votos sacros,

Moriré, sin ese temor que se nos inculca desde pequeños,

Me iré en paz plena,

Me iré recordando la lluvia sobre las ventanas de la sala,

Escurriéndose lentamente como las lágrimas

De aquellos días en que no podía ni levantarme de la cama,

Me iré oyendo a los grillos que acompañaban mis noches en vela,

Procurando opacar el estruendo tronador de tus ronquidos,

Me iré recordando el aroma de las flores,

Tan dulce como tu piel fresca,

Me iré sin mirar atrás con decepción o culpa,

Simplemente cruzaré el puente sonriendo,

Y allí nos volveremos a abrazar y esta vez será para siempre,

Como lo prometiste,

Como lo prometimos.

Anhelo

Esta sensación de llevar un corsé puesto es tortuosa,

Parece que alguien me lo ató con cólera,

Y con él mi respiración se hace lenta,

Y la sangre fluye como gusanos rojos y debajo de mi piel,

Estoy cansado de esta sensación de sofoco,

De sentir mis brazos y piernas como hechos de concreto,

Estoy cansado de esta sensación de que algo me falta,

Y lloro, sonrío, lloro nuevamente, y sonrío con artificial disimulo,

Mi dulzura diaria es falsa como un edulcorante dizque dietético,

Y casi tan dañina como el ciclamato…

El dolor me aturde como si estuviese lamiendo alambres electrificados,

Entonces toda la piel se siente como cortada con navaja de mano,

Y los músculos escarbados con un crochet caliente,

Estoy cansado de sentir mi mente como una puerta media abierta,

Bamboleándose con la brisa del tiempo,

Y dejando huir mis recuerdos, mis palabras, mis rimas y hasta mi nombre,

Sólo quisiera un minuto de silencio,

En el que la cháchara de voces guturales y siniestras en mi cabeza se callase,

Así podría oír a mi corazón diciéndome que debo de aguantar un poco más,

Que todo estará bien en un rato,

Que la gabapentina cabalgará por mi sistema y adormecerá hasta mí poesía,

Y oiré a mi corazón decirme que tenga paciencia,

Que me asome a ver a través de la ventana,

Como las nubes se contorsionan y mutan lentamente,

Como películas en cámara lenta sólo para mí retina acuosa y salada por el llanto,

Pero a veces ni eso me distrae,

A veces hasta esa luz tenue me desgarra los ojos…

Y es que, sólo quiero una noche de sueño,

De sabanas tan acogedoras y posesivas, que me enreden los pensamientos,

Los reclamen como propios y perderme en ella,

Naufragando el mundo del revés y lo imposible,

Sintiéndome ligero como lo hacía en sus brazos hace algunos años,

Cuando sus caricias se sentían como una gasa limpia y desinfectada,

Y no golpes secos sobre la pared agrietada,

Quiero un momento sin que todo duela, arda, queme, hinque…

Y así poder perderme en los vapores lujuriosos de su cuerpo,

Sin sentir que me desmorono como estatua de sal,

Quisiera un cuerpo que no duela,

Una mente que no se pierde en sí misma,

Quisiera volver el tiempo,

Pero no puedo…lo siento.

Eternidad

Amor! Esa enfermedad de tono rojo,

Esa que fluye como lluvia debajo de la piel toda,

Que hace que los labios florezcan aun cuando estén secos,

Y las caderas se sientan fértiles aun estando maltrechas,

Y mis rimas sisean al enroscarse entre mis gemidos,

Entre esas alegóricas mamíferas

Que parecen eternas,

Al menos en tus manos obstinadas,

Al menos en este rinconcito de primavera,

Como una rosa azul que yace curtida en resina,

Una que ha abandonado su delicadeza,

Pero no su aroma,

Y por eso la sigues tratando con gentileza,

Por eso me sigues acariciando como lluvia que rueda por la ventana,

Por eso te sigues acurrucando a mi lado en la noche fría y sin luna,

Y seguimos despertando uno al lado del otro,

Como la ciudad despierta junto con la mañana,

Amor! Esa enfermedad de tono rojo,

Que se propagó infecciosa en mi ser más recatado,

Y que después de diecisiete años aún me tenga presa suya,

Así que bésame suave,

Abrázame fuerte,

Di mi nombre,

Y quedémonos juntos un instante más en esta historia nuestra,

Que se tararea como una canción en Fa sostenido,

De aquí hasta que la eternidad alcanza la verdad de su esencia.

Pronto

Algo melcochudo está en el aire,

No sé muy bien si son las ganas de verte,

O el estupor de este verano caprichoso

Que se ha agarrado con todas sus fuerzas a un abril presuroso,

Y a sus noches de temperaturas indecisas…

Como mis rimas,

Y hasta cansadas como mis piernas,

Estoy aquí, a la luz de las velas,

Sin tener tus manos serpenteando sobre mis piernas,

Sin tener tu mirada reflejando la danzarina llama que consume la cera,

Estoy aquí con esta urgencia convertida en un rezo,

En un ruego esperanzado,

Pronto estaré en tus brazos,

Hundiendo mi frente en tu pecho,

Como el sol cayendo detrás de las impetuosas olas del oeste,

Y podré sentir esos acordes suaves que son tus latidos,

Y podré arrullarme en el aire que escapa de tu boca cuando dices mi nombre,

Y este rueda libremente como dejándose llevar hacia las faldas de las montañas,

Estoy aquí sentado,

Pegando mi nariz a la ventana,

Como un fantasma penando en una casa vacía,

Esperando que este vacío en mi pecho, en mis piernas y en mi lecho,

Se destartale como pintura mohosa,

Y que las sábanas dejen de estar tan tersas

Y se vuelvan un paisaje post-apocalíptico,

Donde se irgan nuestras rodillas, nuestras caderas como flores obstinadas,

Y revoloteen nuestros besos y cientos de te amo,

Estoy aquí en la quietud de la casa vacía,

Y con una inquietante urgencia de verte y besarte,

Y una conciliadora esperanza de verte pronto…muy pronto.

Perdónanos

El cielo sangra,

La piedra se agrieta,

El agua se absorbe,

Todo es desolación y desgano,

Como cuando se sabe que se va a morir sin remedio alguno,

Y aun así se reza con el mismo ahínco con que se sueña,

Nulo…

La tierra resuena a las orillas del mar,

Con ondas elusivas como los ruegos de los moribundos,

A los que su dios les ha dado la espalda,

Después de todo,

Cómo podríamos reclamarle algo al cielo,

Si no hemos hecho más que pecar a diario…

Entonces el ruego se vuelve aún más mezquino,

El cielo se oscurece con humos de piras fúnebres,

De frescos chamuscados,

De madera astillada y apolillada,

La torre ha caído,

La fe tambalea como las piernas cuando el amor ha sido agresivo,

En sol se hunde en el oeste, cae con cierto asco,

Como un escupitajo en el lomo del esclavo…

Así la hemos tratado,

La hemos humillado, mancillado,

Azotado, prostituido…

Así la hemos rasgado con nuestros arados,

La hemos envenenado con nuestro afán de oro,

Así la hemos maltratado,

Y ahora sufre,

Ahora tiembla,

Ahora ruge,

Óyela lamentarse habernos dado la vida,

Óyela lamentarse el habernos dado refugio,

Y así maltrecha, herida, sangrante, mutilada,

Retorciendo sus entrañas procura darnos más,

El verdor de sus piernas,

La bendición de sus pechos montañosos…

El fruto de su vientre,

Oh tierra,

Oh madre,

Oh gaia…

Te hemos lastimado como alevosía,

Nos hemos comportado como proxenetas iracundos,

Y aun así nos sigues nutriendo,

Con el agua de tus venas-ríos…

Oh tierra,

Perdónanos,

Siempre fuimos egoístas y tontos,

Nunca nos dimos cuenta o no quisimos,

Perdónanos…perdónanos.

Temor

Podría comerme el cielo,

Como si fuese una manzana madura y jugosa,

Podría devorar su extensa oscuridad esta misma noche,

En que mis ojos se reúsan a cerrarse,

En que mi corazón se reúsa a desacelerarse,

Mirarlo sin recato alguno y hasta lascivamente…

Podría abrazar el tiempo con tanta rudeza

Que me quebraría las pocas costillas sanas que aún tengo,

Y aun así querría más,

Pues me siento vacío por dentro,

Vacío como un salmo que se clama sin fe,

Porque aunque me toques me siento frío,

Porque aunque me beses no me siento hermoso,

Como lo hacía hace algunos años…

Podría ofrendar mi vida sin dudarlo por un instante,

Después de todo me pesa como una alforja llena de piedras,

Y mis piernas se rehúsan a dar un paso más,

Ni siquiera a arrastrarse hacia delante un centímetro más,

Ya no tengo ganas de nada,

Me siento vacío como esta noche sin estrellas,

Como mil y un mantras escurriéndose entre las cuentas de madera,

Del Yapa Mala con el que medito procurando encontrar bondad en mi alma,

Y descubriendo que nunca hubo,

Ni siquiera una pizca,

Heme aquí derramando un rosario de lágrimas que repta por mis mejillas,

Esperando que se vuelvan un charco salado,

Tan profundo y tan denso,

Que me pueda ahogar en él…sin miedo,

A decir verdad, con un poco de entusiasmo,

Estoy vacío por dentro,

Y tus te amo, me atraviesan como si fuesen de agua y no de fuego,

Estoy vacío por dentro,

Y lo único que temo es hacerte daño,

Consumirte como esta vela,

Con el fuego turbio y violento de mis anhelos suicidas.

Muerte

Huele a muerte y los demás no se han percatado de ello,

Huele a muerte fresca,

A carne recién cortado con ahínco

Y sin torcer los ojos,

Más bien con una sonrisa escueta colgándose de los labios,

Hiede aun cuando todo parezca una alegoría de primavera,

Hiede aun cuando mis piernas derrochen gracia,

Huele a muerte aun cuando mi poesía,

Sea suave como el viento sobre la arena,

Como el néctar en la corola de una amapola fresca,

Huele a muerte y no me molesta en absoluto,

Es un aroma que me hace sentir que aún estoy vivo,

Sin saber siquiera si eso vale de algo la pena,

Huele a muerte y su aroma es tibio

Como aire exhalado con paciencia,

Como humo que serpentea como viajero migrando de la tierra al cielo,

Huele a muerte y nadie parece notarlo,

Nadie parece leer entre las líneas de mis versos,

Nadie parece prestarle la debida atención a mis miradas,

Esas que se han vuelto opacas como el café rancio,

Huele a muerte y aun así sigo sonriendo,

Sigo caminando con ese disimulo enclenque y hasta patético,

Con que mis piernas se aferran a la tierra que parece menearse excitada,

Con cada paso en falso con cada uno de mis tropiezos,

Hiede a muerte y no tengo miedo,

A decir verdad hasta me emociona un poco,

El dejarme caer en las fauces del olvido,

Allí dónde sus bocados desintegran el dolor y la culpa,

Allí donde su saliva corroe el alma,

Y la pena se olvida,

Y todo es nada…una sanguinolenta nada,

Huele a muerte,

Pero esta se hace la tonta y se distrae en el camino,

La muy holgazana se duerme en páramos baldíos,

Y aún no llega a mi casa…

Llega ya, llega ya.

Siempre

Una a una vuelan mis rimas,

Como hojas marchitas,

Sacudidas con cierta rabia por un iracundo viento,

Que ha soplado mi fe a miles de kilómetros,

Aquí estoy sentado,

Procurando quedarme quieto,

Oyendo como mi piel susurra tu nombre,

Y no hay respuesta alguna,

Como polluelos en el nido,

Esperando a ser alimentados,

Por padres que nunca regresaran a casa,

Y allí juntitos, temblarán hasta que el cuerpo lo permita,

Después quedarán quietos…tiesos como mis sentimientos,

Como sábanas almidonadas…

Y allí con las manos abrazándome a mi mismo,

Con los ojos en el firmamento,

Con las piernas recogidas,

Con la pena incandescente,

Morirán como el amor en mi pecho,

Las ganas de seguir respirando,

Allí me quedaré donde me dejaste,

Prometiendo que volverías,

Que me regalarías miles de amaneceres sobre tu pecho,

Y allí acurrucados nos quedaríamos para siempre.

Espera

Y a la deriva se va el bote de las almas,

Tambaleándose sobre las olas,

Como una campana vieja y oxidada

Que pende de del cuello de un gato,

Hacia el oeste navega lento,

Y allá donde las arenas inmaculadas de orillas lejanas,

Se dirige sin mirar hacia atrás,

Como huyendo de un sicario obstinado,

Se va mi alma como una barca

Hacia costas donde epitafios rotos yacen grabados,

En caparazones raídos de tortugas

Que se han secado como mis rimas más animadas…

Meciéndose en el mar del olvido,

Se dirige a encallar en Puerto Desesperanza,

Donde algunas casuchas aún se mantienen erguidas,

Con lámparas cuyo aceite viejo alumbra tenuemente,

Allí ha de reposar hasta que la muerte me lleve con ella,

Allí ha de esperarme,

Recogiendo plumas de gaviotas suicidas,

Para tejer atrapa sueños,

Y poder retozar juntos hasta el día del juicio,

Y quizás allí podamos verlo de nuevo,

Oír su voz como de zumbido de abeja ebria de primavera,

Susurrando mí nombre,

Y uno de esos “te amo”, cálidos como el verano,

Pero hasta que eso suceda,

Mi alma esperará en aquella playa marchita,

Y yo seguiré viviendo

Procurando no romperme como una olla de arcilla,

En las brasas de este infierno que es la vida sin ti a mi lado.

Destino

La fuente de las almas brilla en un azul pálido,

El aleteo del espíritu se siente cada vez más fuerte,

La noche de luna roja ha llegado,

Las almas se contornean en su estanque,

Parece un cardumen de lisas excitado,

Muchas regresarán al mundo que las vio partir hace siglos,

Otras incursionaran en la aventura que es la vida por vez primera,

Y aquí los dos nadando sinuosamente,

Una vez más viajaremos juntos,

Como el mar y el viento,

Como la barca y el remo,

Al otro lado del umbral florido nos encontraremos,

Para vivir una vez más esa historia tan nuestra,

Como una invocación de Enoch al alba,

Con fuerza, con luz propia,

Y nos entrelazaremos como versos de una poesía,

Que flotan ligeros,

Que encarnan, que mueren y resucitan una vez más,

En este tránsito azul que late presuroso,

Como el corazón de un recién nacido…

La noche del retorno hay llegado,

No te sueltes de mi mano,

Que yo no soltare la tuya,

Y podremos encontrarnos nuevamente

Una y otra vez, y otra vez más

Hasta que la fuente de las almas reclame la presencia de todos,

Y aun en ese día, las nuestras nadaran de la mano.

Gorriones

En medio del cielo,

Allí donde el viento es grácil y nómada,

Aletean los gorriones,

Con la cadencia de un latido enamorado,

Maniobrando sus plumas alineadas,

Empecinados en llegar lo más alto posible,

Hasta cansarse,

Y luego dejarse al abandono,

Como yo,

Como los miles de suicidas en la ciudad de Lima,

Y caerán, caeré, caeremos,

Hasta besar el pavimento,

Y volver esta ciudad gris e inhóspita,

Una flor sanguinolenta…amapola madura y provocativa,

Y luego nos pondrán en bolsas negras,

Como deshechos infrahumanos,

Como basura que se saca por la noche,

Para ser colectada por los ruidosos camiones,

Que inician la balacera de alarmas ultrasensibles,

De autos mal parqueados a ambos lados de la pista,

Si miras hacia arriba,

En lo alto, los verás,

Temerosos con los brazos abiertos,

Abandonados a la desesperanza que parece ser la única amiga,

Que yace sobre la vereda ofreciéndoles un beso, un abrazo,

Si clavas tu mirada en las cornisas altas,

Veras pequeñas siluetas deformadas en el miedo,

En la urgencia de que todo acabe y quizás todo mejore alguito,

Saltando como en cámara lenta,

Con los ojos cerrados, como si sus parpados hubiesen sido cosidos,

Quizás imaginando que regresaran a la fuente de las almas,

Para tener una nueva oportunidad de ser felices,

Y en esa fantasía mundana se pierden,

Antes de impactar con la dura realidad del cemento,

Que los espera para ungirlos de asco por última vez en su vida,

Detente a ver a los gorriones envainarse en el viento,

Cuando caen en picada,

Y reza para que sus almas también regresen a este mundo,

Como las de los suicidas de fiestas de guardar…sin tanto drama,

Quizás con el amor que se les negó,

Quizás con esa alegría mínima que me impide seguir sus pasos.

Quizás

Si pudieses ver el interior de una criatura viva,

Entenderías la complejidad del cuerpo,

Si pudieses ver el interior de sus mentes,

Podrías ver lo variado de sus emociones,

Si pudieses ver el interior de sus almas,

Podrías ver lo congestionadas que están de mierda,

De demonios propios, de culpas ajenas,

De heridas que nunca sanaron por completo,

Si pudieses ver el interior de una persona,

Podrías siquiera empezar a comprender que cada palabra es poderosa,

Que los halagos a veces solo te dan un minuto más de vida,

Antes de que tomes barbitúricos o te cortes las venas,

Y que los insultos pueden ser tan poco agresivos como una astilla,

O fulminantes como una bala explosiva,

Si pudieses ver dentro de cada ser vivo,

Podrías ver como sus emociones fluyen en colores,

Como tuberías de arcoíris y ríos de flores,

Algunas muy hermosas,

Otras lastimeras y hasta hediondas,

Si pudieses ver dentro del corazón de las personas,

Entenderías que algunas sonríen solo por no darte más en que pensar,

Que se guardan sus dolores,

Colorean los virus que los están matando,

Los medicamentos que les desintegran las entrañas,

Y siguen sonriendo,

Siguen siendo amables con el resto del mundo,

Siguen viviendo un día a la vez,

Minuto a minuto,

Si pudieses ver dentro de cualquier ser vivo,

Entenderías que la vida es más compleja de lo que parece,

Y si los demás pudiesen ver dentro de tu ser más íntimo,

¿Qué verían?

¿Alegría y esperanza?

¿Melancolía y desesperanza?

¿Dolor físico, emocional o ambos quizás?

¿Podrían ver el verdadero tu o el que te esfuerzas en aparentar?

Si pudiésemos el corazón de los demás,

Quizás viéramos horrores que nunca imaginamos,

O quizás veríamos paramos tan hermosos que nos empecinaríamos en quedarnos,

Si pusiésemos ver lo que hay en el alma del otro,

Quizás podríamos ser un poco más humanos,

Un poco más tolerantes, un poco mejores personas…

Quizás,

Quizás…quizás.

Crisis

Otra vez ha tocado mi puerta el verdugo despiadado,

La fibromialgia se ha liberado de sus cadenas de opioides,

Y arremete con ira contra todo lo que soy y no puedo hacer nada al respecto,

La luz se vuelve dardos afilados,

Se clavan en los ojos,

Estampidas de dolor pisotean mis pensamientos,

Mis reflejos se vuelven tontos,

Mis músculos se tensan todos,

Mis ojos parecen ser tirados como corceles indomables

Hacia adentro, con furia,

Mantener los párpados abiertos es tortuoso,

El ruido se filtra de frente a mi alma

Como un canto psicópata de sirenas desquiciadas,

Todo da vueltas como el mismo planeta,

Y aun estando quieto como momificado,

Acurrucado en la cama,

Apretujando las almohadas como duraznos maduros,

Todo se menea, de derecha a izquierda,

De delante hacia atrás como olas de un mar esquivo,

Alérgico a la arena, que cuando la toca se asquea y huye raudo,

Las puerta esta sellada como la de una celda

La ventana ataviada por cortinas oscuras como mi alma,

Y aun así el ruido se cuela, un zumbido como de abejas excitadas,

Dejo que mis pensamientos se derritan con el calor corporal,

Y se dispersen en el viento como granos de polen invisible,

Aun así no puedo aligerar el peso de mi cabeza,

Ni soltar los músculos del cuello y hombro que parecen tejidos a croché,

Las piernas empiezan a temblar,

Las pantorrillas arden como si alguien me estuviera despellejando,

Las acaricio lastimeramente para comprobar que aún están completas,

Aun cuando se sientan quebradas,

La sensación de desgarro sube por los muslos,

Todo quema como si me estuviesen friendo en aceite caliente,

Los nervios se contraen como agazapándose,

Respiro lento y profundo,

Procuro concentrarme solo en el aire fresco del ventilador encendido,

Pero nada funciona,

Las articulaciones crujen sin que mi cuerpo se mueva,

Mi estómago parece estar goteando ácido muriático en mi abdomen hinchado,

Mi garganta seca y amarga solo anticipa la llegada de las arcadas,

Me rindo al dolor que me agota como un amante exigente,

Y me quedo en cama hasta que se aburra, se vista y se vaya,

Luego continúo con mi vida,

Mareado, con sueño, lleno de analgésicos y antidepresivos,

Pero sonriendo lo más que puedo,

Disfrutando de las mañanas en que me levanto en una,

De los días en que subir escaleras no se siente como caminar sobre vidrio,

Sigo mi vida, mirando al cielo, esperando que llueva,

Y procurando que mi depresión no consuma todo lo bueno que aún me queda,

Sigo con mi vida, procurando mantenerla tan sedada como mis neuronas,

Procurando que se vuelva más olvidadiza que yo,

Pero sabiendo que dará un zarpazo atrevido en el momento menos esperado,

No la aborrezco por hacerme sentir menos yo día con día,

Pero tampoco la abrazo con ternura,

Esto es solo una batalla a tiempo completo,

Espero poder pelearla cada día con mayor entusiasmo,

Y algún día lograr decirle:

Te derrote, te vencí bitch,

Back off and watch me live!!!

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