El universo fue testigo de lo que será por siempre tu noche y la mía. En algún momento, las piezas del rompecabezas en que se había convertido mi vida, fueron lentamente encajando en su lugar y entonces sucedió, me embriague de pasión en cada beso, me rebose de ternura con cada te quiero, me emborrache de sexo, y me encendí en fuego, olvide mi nombre, y perdone mis pecados , comencé de nuevo en tus dedos sutiles que provocaban pequeños espasmo en mi cuerpo, con cada quejido tuyo y mío cicatrizaban las heridas del pasado.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS