Lo miré, sus ojos entristecidos aunque quería reír, levantamos nuestras copas, ¡Salud! Y después el sonido del cristal chocándose, el hermoso vino rebosando y aún, lágrimas en lo interno de sus pupilas.

Hablamos, fue una conversación bastante agradable, como la mayoría de las charlas con el, más en esta oportunidad su alma callaba y su razón emitía vestigios de reacciones falsas.

Continué mirándolo, buscando, buscando algo que ya sabía; su rostro entristecido, agachaba la mirada como sintiéndose preso, levantamos una vez más las copas, tome mi ultimo sorbo, mire mi copa vacía, vacía como palabras sin un dueño, la coloque en la mesa, le miré de nuevo y también miraba su copa vacía, la miró como sumergiéndose en ella, luego como intentando evitarlo la dejo caer, mis ojos siguieron su trayectoria y vi aquel bello cristal romperse en mil pedazos, azules, pequeños, bellos aunque estaban rotos, rotos así como estaba su alma, rota y silenciosa, cavando en su corazón recuerdos grises que germinan en tristeza, en locura.

04 de Mayo de 2011.

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