Ondas doradas.

Ondas doradas.

Susan

15/02/2019

Escribir es un arte del cual todos podemos formar parte, pero no se trata simplemente de escribir cualquier pensamiento que se nos cruza por la cabeza, o quizás si, para mí, la grandeza de la escritura está en sentir lo que decimos, con el corazón, en la liberación de nuestra mente más allá de lo que nosotros creíamos saber. Por lo general las personas tienen sus momentos, por ejemplo; cuando estoy de ánimo bajo, las palabras e ideas fluyen de una manera inexplicable, pienso en una persona, en un momento, las dejo fluir y casi sin darme cuenta, escribo sobre ti, es lo único que me hace sentirte cerca.


Cuando te das cuenta que algo te llena, te hace sentir de maravilla, aunque sea por momentos, deseas con todas tus fuerzas que jamás acabe. Y esto, esto ocurre con miles de cosas.

Aferrarse a algo o a alguien que no es compatible contigo, es uno de los más grandes actos de masoquismo. Te autodestruyes, piensas que no serías capaz de vivir sin eso que crees bueno para ti. Todos son capaces de verlo, pero tu, tu tienes una venda en los ojos que te obstruye, que ciega tus ojos a lo verdaderamente bueno de la vida.

Y vas por ahí con tu cabello lleno de ondas doradas, los rayos del sol te tocan delicadamente, tomada de la mano, sintiéndote protegida, cuando realmente es lo contrario, ¿qué no lo ves?Olvidas las traiciones, los insultos, los maltratos. Olvidas que vales más de lo que te hace creer. Olvidas que viniste a este mundo a traer felicidad, pero también a tenerla tu, que no mereces recibir las sobras del tiempo de alguien. Olvidas el amor propio que te enseñaron a tener de niña. Olvidas las veces que juramos estar juntas. Olvidas cada maldito segundo en el cual yo formaba parte de ti y tu de mi.

Te quería más así. Pero dime, ¿Que te pasó? ¿Desde cuándo eres esa persona que juraste nunca ser? ¿Cuándo empezaste a fallarte?Desde el momento que quisiste demostrarle a todos que no eras esa niña dulce que creían, perdiste lo más valioso del mundo, el amor. El amor propio y el de todos aquellos que te rodeaban. No te juzgo, solo que nunca lograré entender por qué, ¿por qué preferiste a una persona antes que a todos?, los que te amábamos real e incondicionalmente.

Y solo espero, que un día regreses, con tus mejillas rosadas como de costumbre, con esa sonrisa que tanto extrañamos, y sabrás que yo estaré aquí para ti… Por siempre y para siempre, tal y como lo juramos aquel día.


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