Muestro mi lado contrito,
El que no admite la soberbia
Ni el amor imperativo,
El que calla porque escucha,
El que acierta por cándido y altruista,
Mi lado incólume e impermeable a las impurezas,
El que vive sin disyuntivas porque es decidido y confiado,
El que, ponderado y empático,
Ofrece lo mejor de sí mismo,
La parte de mí que obra sana,
Que no osa, ni por asomo, impetrar,
La que es uniforme e inalterable,
Cresa en mesura, libre de insanias;
Muestro mi lado empírico,
Material y defectuoso,
El que habla dando arengas,
Mi lado linajudo y poseso,
Subordinado hasta en lo insulso,
De vacuos valores que a nada conducen,
Incorregible, indócil y rebelde,
Mi lado insatisfecho e inconformista,
La sombra que oculta la luz,
La luz opaca y mezquina,
El tacaño espejo empañado,
El soberbio, el fatuo, el endiosado y cretino pedante,
El inadmisible alterador de la paz,
El que vive fragoroso y atesora tosquedad,
Exigente y usurero,
Dominante y cobarde,
La parte adyacente a mi yo real,
La que insta al pecado a tentarme,
La que llena de trampas mi camino,
La parte opuesta a mi magnanimidad,
La que vive en constante discordia con mi bondadosa actitud,
La parte de mí que sufre
Cuando me ve vencedor…
3-02-19
Serafín Cruz
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