que ingenua

que ingenua

pame

24/01/2019

Levanto un poco los ojos, me topo con los tuyos confundida, sin poder saber lo que estás pensando, Me siento como una adolescente, y ya tengo cuarenta y tantos. Entrecierro los ojos soñando, imaginándome tus fuertes brazos alrededor y otras cosas de difícil detalle.

He venido a este café, siete veces, y me he topado contigo tres, hojeas un periódico manoseado, y pide leche, con el café. Yo mordisqueo las galletas de mantequilla, como tubos, esparcidas en el plato. Eres un poco mayor que yo, eso ya lo tengo muy claro. He notado la piel manchada de sus manos, las arrugas en tus ojos, el bigote cano, Tú pareces solo curioso, por días me miras atentamente, hasta el descaro. En otros me esquivas y miras a los demás, revolviendo el café con desgano. Hoy he sacado fuerzas y te he hablado.

– hola, buenas tardes -Levantas el rostro del café y sostienes mi mirada unos minutos, sin responder, desconcertada, camino hasta el fondo del café, escondiendo la vergüenza, de los que me ven, necesito poder arrancar, volando del lugar, pero me flaquean las piernas.

Te veo, solo cuando estas ya frente a mí, y de pronto gesticulas con las manos. sorprendida, entonces descubro el porqué de tu hondo silencio. Me tocas la mano levemente, indicándome, que pidamos otro café, Y yo afirmo, completamente congelada. Incapaz de pensar correctamente.

Te sacas el abrigo y lo cuelgas en la silla, yo no salgo de mi estupor, y vuelves a tocarme para que te preste atención y escribes en una nota

– ¡Eres tan hermosa! a lo que bajo el rostro. Y lo haces otra vez, me das pequeños toques en la mano, ya te lo permito libremente, gesticulas, supongo, que encuentras caros los cafés o algo así, pero para no complicarte, yo respondo afirmativamente a todo. Entre sonidos ininteligibles y muecas, que no logro interpretar. Ahora, ya no solo rosas mi mano, sino que te apoderas de mis dedos, sosteniéndolos y apretándolos suavemente, y yo tan confundida me dejo hacer. Tus ojos me resultan realmente bellos, unas tupidas pestañas largas, en unos ojos color canela brillantes y almendrados. La barba áspera y crecida, el bigote cuidado. Te detiene unos minutos a mirarme, asegurándose que presto atención, yo estoy distraída en los detalles; un botón medio flojo en el abrigo, una camisa de un color azul eléctrico brillante, el cabello, que no logra poblar toda la cabeza, redonda, perfecta, la boca un poco grande, de diente blancos y parejos, las orejas pequeñas muy pegadas, las manos son como de mujer, y que se contraponen absolutamente a los brazos muy fuertes. Pienso en un leñador al verlos, los pantalones, sostienen una barriga discreta y caen anchos, lo que me hace presumir, que tiene las piernas bastante delgadas. haces ademán de sentarse y separas la silla y la acercas, hasta donde estoy, sin miramiento tomas mi rostro con ambas manos, son muy suaves y cálidas, besa mi frente con devoción y luego le haces un gesto al camarero, para pedir la cuenta, cuando intento alcanzar mi bolso, me detienes y explicas, que tú pagarás. El hombre trae la boleta y acto seguido , tomas mi mano ,que es casi del tamaño de la mía y me tira fuera de la silla , me arrastra despacio por entre las mesas y me saca a la calle, intento hacerle entender, que vine en auto ,pero tironeas suavemente de mí ,me mete en un taxi junto a él y aprisiona mi mano, en la suya cerca del pecho y a cada tanto, la besas suavemente, yo ya no sé cómo reaccionar, intento que entienda que estoy de acuerdo parcialmente, con sus decisiones, pero al parecer no le importa, me toca con cuidado, poniendo mi cabello tras la oreja, acercándose lentamente a mi mejilla, y dándome dulces besos en ella, cerca del cuello, en los ojos . Paramos a la vera de un block de departamentos. Se acerca al hombro del chofer y le paga. Se baja y corre hacia mi puerta, desciendo, aún insegura, él va empujándome lentamente, con una mano apoyada entre mis omoplatos, entramos y un hombrecillo bajo y moreno le tiende una llave sin preguntas, es la 22, me acerca al ascensor y me tira dentro, le explico que es como raro todo y rápido, pero él me entrelaza el cabello recorriendo los mechones hasta la punta, pegándome a su cuerpo tan tibio y tan firme, que yo solo me abandono a sus manos. Cuando llegamos a su piso, me tironea de la mano otra vez, y de pronto estoy apoyada de espaldas a una puerta, mientras introduce la llave presionandose contra mi. Entonces viene el primer beso, que me sobresalta y descontrola, el beso es furioso, penetrante, ambicioso, exigente, al punto que me retuerzo entre sus brazos para escapar. Al entrar me atrapa atras la puerta, cuando me da un respiro,estoy asustada y molesta,lo separo e intento que entienda, que ya me voy , pero él hace caso omiso de mí y me alcanza cuando voy de salida, besando ansioso mi nuca , recorriendo mis costados, apretando , una sensación de cosquilleo me recorre , cuando de golpe me vuelve hacia él y atrapa mi cara con una sola mano, plantándome el mejor beso de mi vida, dejo los prejuicios, los miedos y todo orden de leyes morales, para que me recorra, entre ese extraño sonido, algo gutural que intenta decirme no sé qué cosa , y no sale como espera. No es brusco, pero tampoco suave, se deshace de mi ropa en un dos por tres y cuando me doy cuenta estoy tumbada en un sillón con toda su humanidad sobre mí, dentro de mí. Trato de controlar las sensaciones, pero son tantas que jadeo y ya ni siquiera lucho con sus manos, que hacen en mi piel un recorrido infinito y exquisito. cuando lo siento suspirar y con un grito entrecortado y ahogado se derrumba encima mío, con una sensación maravillosa de frio y calor extrañas recorriéndome, trato de incorporarme, pero su peso me lo impide, duerme plácidamente, como inconsciente, mi cuerpo bajo su estructura firme, que aprovecho de recorrer lentamente, midiendo las distancia, sintiendo la firmeza , me encantan estos brazos , como los de un boxeador, las venas hinchadas que sobresalen levemente y que al tacto parecen pequeñas mangueras, la textura increíble de los músculos duros . El cuello algo áspero de barba de un día, un olor a loción no muy penetrante, mas como a jabón, la humedad de su piel, absorbida por la mía, a la altura de la cintura, una cadera ancha. Respira pausado, aunque su corazón aun late fuerte, coordinadamente, la quijada un poco cuadrada y el bigote picándome en el pecho; desnuda, incomoda y con los miembros entumecidos, por fin decido, que es tiempo de que se incorpore, pero parece no querer despertar, lo aguijoneo despacio, hasta que abre los ojos y se levanta, se tapa un poco y desaparece, dentro de lo que supongo es el baño. yo alcanzo mi blusa y mi ropa interior, me visto un tanto torpe y demorada, estoy muy nerviosa ,no logro abotonarme , el sale del baño con un gesto adusto, frio , se acerca a los pantalones y saca de ellos la billetera, yo primero incrédula, luego ofendida y furiosa, le tiro a la cara los billetes, que deposita en mi vientre , corro hacia el baño, entre llantos, y salgo apresurada, el me detiene a medio camino , me mira estupefacto y con un papel en la mano, me explica que no sabe el porqué de mi reacción, si pactamos incluso el precio en el café , y que yo accedí hacer todo aquello de forma voluntaria, que todo el mundo sabe, que a ese café, solo van prostitutas , y que lamenta mucho si hirió mis sentimientos , intenta acercarse, pero llena de furia lo empujo y salgo fuera de mí, hasta el pasillo. Allí la gente se detiene a mirarme y murmura a mis espaldas.

– Ja ja , otra para el mudito , vaya hombre, es un maestro, es una distinta cada semana…

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