TERMINAMOS LA CELEBRACIÓN EN LAS MINAS DE ARENA DE TLAHUAC.

TERMINAMOS LA CELEBRACIÓN EN LAS MINAS DE ARENA DE TLAHUAC.

LA FIESTA IBA MUY BIEN PERO NOS INTERRUMPIÓ “LA ABUSADORA”.

Pese a todo, terminamos nuestra celebración bebiendo wisky en las minas de arena de Tláhuac pues yo tuve la precaución de jalar conmigo la botella y algunos vasitos desechables. ¡Sí señor! Todo ocurrió en un viernes de quincena por la tarde.

Como gerente de comercialización de aquél changarro familiar no me correspondía ir al banco por la nómina sin embargo la tarde de aquél viernes de quincena los jefes me pidieron el favor de que siguiera a los muchachos con mi coche pues algo presentían. Salía yo al estacionamiento privado de la empresa por mi amado vochito 1968, de los armados en Alemania, cuando entró un prospecto de cliente nuevo al cuál con gusto atendí. Parecía ser un buen prospecto así que le mostré la planta y el modesto laboratorio de control de calidad, acto seguido lo presenté con los dueños y el gerente general, a quien los empleados conocían como “El Perrín” porque siempre estaba cascando rabias. En todo eso los muchachos tuvieron que irse al banco sin mi y la verdad sea dicha, nos olvidamos de ellos por muy buen rato porque cerramos un buen trato con el recién llegado, después de revisarlo minuciosamente y de afinar algunos puntos con un poco de jaloneo y otro tanto de estira y afloja, firmamos un contrato que le dicté a mi secretaria en ese momento. Luego celebramos el negocio bebiendo un poco de wiskey en las rocas, y en eso de las libaciones, abrazos y apapachos estábamos cuando con voz de alarma nos interrumpió mi secrtearia, cariñosamente conocida como “La Abusadora”, pese a que era más buena que un pan solo por el hecho de ser prima hermana de una señora que cantaba esa tonadita de “Yo no soy abusadora, yo no soy abusadora”, Eugenia León, creo que se llamaba la actriz a quien por cierto, la pobre de Nidia se parecía mucho.

“PINCHE JAVIERITO, DEJARÍAS DE SER EL MISMO AGUAFIESTAS, MAL PENSADO Y PESIMISTA DE SIEMPRE”.

¡Bien! Pues el caso era que los muchachos aún no regresaban del banco, ya habían transcurrido dos horas y media desde su partida de la empresa y dos horas de que salieron de la sucursal bancaria según nos reportaba el propio gerente.

.- ¡En la madre! Se me ocurrió espetar, es verdad, ya casi son tres horas de que se fueron y de aquí al banco no son más de quince minutos pues a esta hora ni tráfico hay.

.- ¿ Crees que los asaltaron? Atinó a preguntar el nuevo cliente.

Sin dejar hablar a nadie más me apresuré a decir: .- Si bien nos va, a estas horas deben estar atados y amordazados boca abajo en las minas de arena de aquí adelante, y de los carros ni hablar, seguro ya se los llevaron todos: Los dos bochos del negocio, el Dart cuatro puertas de Perrín, el reluciente Fairmont Elite del Junior con todo y su teléfono y el Grand Marquís del ingeniero.

.- Pinche Javierito, dejarías de ser el mismo aguafiestas, mal pensado y pesimista de siempre, espetó “Perrín” ¡Perdón! Rodolfo.

.- No, un momento licenciado, dijo el ingeniero ¿Y si en una de esas Javier tiene razón? ¿Porqué mejor no vamos y nos cercioramos? La idea tiene su lógica y muy altas probabilidades.

.- O.k. Dijo el interpelado no de muy buena gana que digamos ¿Pero en qué nos vamos? Los muchachos se llevaron todos los coches…

.- Sí, menos el viejo y amado vochito de Javier, aventó “El Júnior”, quien a todo esto, abrió la boca por primera vez.

Pues para no hacerles el cuento largo, mis muy apreciables cuatro lectores y medio, terminamos hechos sardinas en lata de aceite dentro de mi cochecito conmigo al volante pese a las protestas de todos y enfilamos rumbo a las ya varias veces mencionadas minas de arena…

YA LOS TENÍAN MUY BIEN FICHADOS, SEÑALADOS Y ESTUDIADOS.

.- ¿Lo ves? Dijo “Perrín”, no hay absolutamente nada… cuando de pronto un enorme camión de carga, de esos con capacidad para 18 metros cúbicos de material se echó en reversa y los vimos a todos, ahí tirados boca abajo, amarrados de pies y manos y fuertemente amordazados, tan pronto salieron de la sucursal bancaria, antes de que la patrulla de policía que solía escoltarlos hasta la entrada de la empresa se colocara detrás de ellos, varios hombres fuertemente armados ya los tenían encañonados y controlados, les bajaron todo el dinero y los fueron a tirar en el punto ya mencionado llevándose dinero y coches haciéndoles bromas y chascarrillos en el sentido de que para la noche podrían cenar en casita y hacerles nuevamente el amor a sus respectivas esposas o amantes.

Hay que decir que efectivamente así fue, efectivamente los habían asaltado y llevado a hacer un breve paseo, pero ninguno de nosotros pudo jamás olvidar aquella curiosa y amarga experiencia, ni los comentarios intercambiados en cuanto nos dimos cuenta de que algo estaba mal, muy mal. En cuanto al Júnior, quedó curado de espanto con eso de traer teléfono en el auto y andarlo presumiendo y cacareando por doquier pues las tarifas de lo que por aquellos ayeres era Servicios Empresariales Especializados (S.O.S), hoy Usacel, eran carísimas y los asaltantes se despacharon con el cucharón de la cocina metiendo unas cuentas bárbaras llamando por Larga Distancia sepa Dios cuántos pueblos y localidades de los EE.UU y del norte República Mexicana. FIN.

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