Hago a diario este imaginario viaje interminable, por tu cuerpo,
Subiendo las colinas con cuidado, aspirando el aroma de los valles,
Me detengo camino a las profundidades en un bosque espeso,
Descanso allí largo rato, en la tibieza, en la suavidad, sereno,
La agitación de la urgencia no me nubla, y hago pausas exactas,
Para que cada musculo se contraiga, para que cada suspiro salga,
En un navegar, de tormentas insondables y caudales corrientosos,
Voy musitando tu nombre, en este ir y venir, que suena más hermoso,
Hurgando en pasillos secretos, y lugares fecundos, que ya conozco,
Inventando nuevas melodías, metido en ti y tus sonidos recónditos,
Cuando casi me arrebata la alegría y una algarabía de besos precede,
Todo tu cuerpo en intrincados y exóticos bailes, se mueve para mí,
Y todo el fuego, toda la magia, toda la fuerza y toda la emoción,
Se conjugan en un conjuro excepcional y en un rito magnifico,
En un juego de piezas ensambladas y encajadas en un solo elemento,
En un todo, sin compartir, en secreto, aquel, que es solo nuestro.
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