viaje en locomoción colectiva

viaje en locomoción colectiva

pame

21/01/2019

Hace calor, mínimo 29 grados afuera, debajo de un albaricoque espero mi transporte, a la sombra. ya han pasado 6 colectivos, que van completos, por fin y cerca de 20 minutos después, veo que viene uno con cupo, le hago una señal con la mano y se detiene,al ingresar, me doy cuenta que el espacio para que meta mi infraestructura, algo rellenita, es bastante pequeño, aun así y considerando el tiempo, que llevo esperando, me subo empujando un poco a mis compañeros. Una jovencita de unos 17 ,con un olor floripondio,que me obliga abrir la ventana y del otro un señor de unos 50 años, que ocupa la mitad del espacio y hace caso omiso a moverse, para que quepamos todos, quedo en verdad, bastante doblada, la chica mi mira un poco molesta, cuando al tratar de sacar la billetera mi brazo tiene que salir de debajo del de ella y mi codo se le encaja cerca de las costillas

Perdón, e intento maniobrar

El hombre me mira,por debajo de las gafas, sin hacer amago alguno de hacer más fácil la situación, al intentar alcanzarle las monedas al chofer, me queda corto el brazo y estiro los dedos lo más que puedo, hasta que la chica en un acto de generosidad sin precedentes, toma las monedas y se las acerca al hombre que conduce el móvil. Veo el sudor resbalar por la frente del hombre y se abanica aire con el diario, la ventanilla abierta nos trae a ratos el olor mezclado de after-shave y perfume floral, con sudor ,que me golpetea y me obliga a sacar la cabeza, donde el viento me ahoga .siento la respiración agitada de la chica, no sé si de calor, o por lo incomoda que vamos ambas, me mira de reojo, cuando la humedad de mi brazo pegado a su cuerpo la humedece, me muevo intentando desencajar mi cuerpo, pero el espacio no me permite moverme. Cinco cuadras mas allá, el Sr en cuestión se baja y por fin la chica se estira y se ubica al otro extremo ,donde nos damos ambas cuentas, que cabe perfectamente otra persona holgadamente en medio de nosotras, con este pensamiento casi telepático en contra del hombre, sonreímos la una a la otra. Hemos avanzado bien poco, cuando, en el paradero, espera un joven universitario supongo, por la pinta un poco hippie, es delgado así que le pido que se ubique en el medio, porque ya queda poco de mi trayecto, a lo cual accede caballerosamente, igual sentado con las piernas muy abiertas, ocupa más espacio del que corresponde y quedo de nuevo un poco doblada, pegada a su cuerpo, caliente y sudoroso, sintiendo sus rápidos latidos y su respiración agitada. Me pone nerviosa aquello y también respiro raro y me palpita el corazón.Tiene un olor extraño, como a papas fritas y chicle, y de vez en cuando, su sudor de hombre, pica un poco en el aire interior , por lo que volteo a la ventana para evitarlo, la chica se saca los audífonos y guarda todo en su mochila, él la ha mirado desde que subió pero ella no le prestó atención alguna y despectivamente le lanzo una mirada furiosa al bajar, el chico se mueve y un olor horrible, a pies se desprende de sus zapatillas holgadas y sucias . Saco de nuevo la cabeza, pero la molestia de la sra. que va en el asiento del copiloto y del chofer se hace más que evidente cuando ambos bajan todo los vidrios delanteros y el chofer mira al chico por el retrovisor con evidente desagrado. El parece indiferente al olor que desprende, como si no proviniera de él, mira hacia afuera pegado al vidrio de la derecha , mas allá la Sra. del frente en la que recién me fijo, después de un largo trayecto decide bajarse, veo mi oportunidad y le digo al chofer que ocuparé ese asiento, pero en cuanto la mujer baja,un señor de avanzada edad se sube y no me queda más remedio, que continuar el viaje en el asiento trasero, el chico baja unas calles más allá y entonces se sube una joven madre con dos chiquillos, el primero ocupa el asiento del medio, debe tener unos 3 o 4 años trae consigo una paleta de helado, que ciertamente se ha desparramado por su cara, cuerpo, ropa y manos, que veo afirma en el tapiz del auto, en una mancha verde viscosa, el otro, un bebe, que mañosea en los brazos, supongo que de sueño y calor, debe tener unos 7 u 8 meses, y trajina el escote de la mujer, ella intenta controlarlo, pone un pañal sobre su rostro y saca su pecho, para alimentarlo, pero el chiquillo se revuelve en su falda, palmotea, gime y termina por llorar en un chillido agudo, que me crispa los nervios,a cada alarido la mujer lo mece tratando de calmarlo, y enchufarle el pecho, para que se calle, pero se le hace una tarea titánica , el otro chiquillo tiene una poza dulce entre los asientos y se limpia las manos con helado en cada rincón, yo estoy horrorizada, me aterra la idea de bajarme y descubrir mi blusa de $36.000 manchada de verde viscoso, así que mantengo vigilado el recorrido de sus regordetas manitas pequeñas y sucias .

Cuando la situación me resulta demasiado estresante, abro la cartera y saco un jabón líquido y un par de toallitas desmaquillantes, con las que, sin autorización alguna, limpio los vestigios verdes de sus manos, la chica primero muy seria, luego claramente agradecida, mientras pelea por mantener en silencio y calmo el chiquillo beligerante que porta, me hace un gesto con el rostro que interpreto como gratitud, el muchachito se deja hacer, al punto de permitirme limpiarle además la cara, e intrusear en mi cartera buscando una nueva toallita que se pasa por todos lados . Agradezco que mi paradero este ya cerca. El chofer va muy agitado suda copiosamente y prende un pequeño ventilador. ubicado cerca de la radio, que extrañamente enfría unos grados el aire y por fin limpia de olores el aire. El hombre mayor adelante se baja y ya estoy por llegar a mi destino, así que considero que cambiarme ahora es una estupidez, pero solo a unos metros del paradero siento algo tibio en el dorso del muslo, cierro los ojos ,no puede ser… ¡horror! el chiquillo se ha orinado…

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