Camuflaje

Era gris, de textura cálida, otras veces era una gorra con un número 33 enfrente, muchas veces imaginaria. Me daba fuerzas sobre humanas, el solo hecho de tenerla sobre mí. Mantenía mi piel oculta, como si eso me hiciera más interesante. Luego rompían ráfagas de golpes a un ritmo abrumador, y el saco de box se movía rápidamente, venia el Yap y el Oper Cot, después una sombra ágil me hacia contonearme para esquivar las ráfagas, después escuchaba los golpes tan secos en el saco y vivía más. Ese saco luego se convirtió en contrincantes, novatos, nunca me toco alguno experto. Las primeras veces metí aquellos golpes de manera inesperada, logré ver sus rostros asustados por la tempestad, sinceramente yo me asusté. Luego seguía la pelea y las gotas de sudor seguían saliendo. Nunca me sangré la nariz. Brincaba la cuerda y hacia movimientos cruzados. Yo nunca pelee por lastimar a alguien. Solía decirle al Loco que nos viéramos un poco más tarde, él nunca accedía. Siempre corríamos hacia el gimnasio antes de las 8. Era alto y fornido, éramos amigos de infancia. Tampoco tenia esa maldad que algunas personas tienen incrustadas en sus seres. Él me decía muchas veces lo grande que llegaríamos a ser, pero nunca pasó. Fuimos grandes y ya no recuerdo más que las elocuencias de el gimnasio de box. Subimos unas escaleras sucias y lo primero que veíamos eran espejos y sacos colgados, un ring algo desalineado. Cuerdas y más cuerdas. Guantes de diferentes tamaños. Nunca supe cuál era el indicado, luego nos poníamos a platicar de la manera correcta de agarrar las vendas para no golpear y salir contraproducente. Eran básicamente unas serpientes enrollandose a su ritmo. Dos vueltas a la derecha, una a la izquierda, no Loco pésala por abajo y luego la regresas para que no te agarre el meñique, aunque es pequeño te sirve de resistencia para poder golpear más fuerte me decía.

La otra vez subieron el Loco y John al ring. Y fue muy chistoso verlos. Uno fornido y otro más delgado pero como decían mis amigos, resistente. Uno con sus shorts más largos y otro hasta se quito los lentes. Ninguno sabía boxear demasiado. Solo jugábamos a que éramos semi profesionales. John solo unos Yaps y él Loco los recibía con sus guantes. Aunque la amistad estaba clara hacia algo que nos hacia competir, como una manada buscábamos a un líder nato. A quién seguir y buscar cuando desaparecía. Nosotros no heramos cómo una manada con esos típicos lideres que se tienen que obedecer , podíamos equivocarnos y reírnos de nosotros mismos sin dañar nuestras entreñas. Eramos lideres a la medida que fueran pasando las cosas. Después vinieron los golpes a la cabeza de John hacia el Loco, solté una carcajada cada que veía cómo se golpeaban . Fue muy chistoso verlos así. Después el Loco regresaba con patadas de ahogado los golpes para demostrar que no había nada ganado , que las balas sorpresas existen y que claro que pueden matar.

Luego bajábamos por las mismas escaleras sucias muy contentos por ver las grandes batallas que acabábamos de librar y, John y el Loco se volvían a reconciliar para continuar nuestro comino a casa.

Me ponía la gorra de la sudadera y me lograba sentir cómo otra persona. Tenia mi cabello negro escondido detrás de la tela. Podía inventarme una cara malvada que más vale no quisieran ver los que pasaran con curiosidad a buscar mi rostro , o el rostro de alguien mas que pudiera parecer a mí. Luego la sudadera me enseñaba que el ocultar las cosas las hace mas interesantes, como cuando me escondía y rogaban por saber quién era. En el fondo soy el mismo solitario que no quiere llamar la atención. Escribiendo con mi sudadera gris a medio ojo tapado por si alguna inquieta quiere robarme una mirada, Ja , solo la mitad de mi rostro.

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