Bajaba por la escalera mecánica en dirección al metro, cuando ocurrió. Se dio cuenta horrorizado pero era tarde para detenerla!

La pringosa masa rosada cayó de cuajo sobre esa larga y bien cuidado cabellera situada dos escalones más abajo; y su dueña, para colmo sacudió la cabeza ignorante, mientras entremetía sus dedos por aquella hermosa cortina, separando cada mechón. abriendo surcos y facilitando que se escurriera por entre ellos.

La imaginó luego en casa, mientras maldecía al responsable y a toda su familia pasada, presente y futura intentando deshacer el desastre. Reprimiendo una risa infantil y nerviosa, sacó una nueva lámina de chicle rosa que se metió en la boca…y prosiguió su camino.

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