Cuentos para niños divertidos

Cuentos para niños divertidos

MMMH

10/01/2019

Cuento 1

Tengo una gata blanca. Se llama Frozen del Pino y no está congelada ni se sube a los pinos.

Tiene los ojos tristes y azules. Los bigotes largos y los maullidos muy muy dulces. Casi insonoros, cómo el sonido de la bisagra de la puerta de una casita de muñecas.

A Frozen del Pino, le gusta hacer travesuras, es muy traviesa, muy muy muy traviesa. Aprendió a escalar las paredes de la casa, y de ahí saltaba a los muebles.

Una mañana, persiguiendo a una araña maleducada de ocho patas, saltó desde el televisor a la lámpara del salón. Cuando Frozen del Pino quiso darse cuenta, la araña maleducada bajaba de la lámpara al suelo colgada de un hilo muy fino de seda pegajosa.

Frozen del Pino miraba con sus ojos tristes y azules como aquella araña corría a esconderse bajo el sofá.

Al girarse para volver al mueble por donde había subido, la lampara se movió peligrosamente. Mi gata blanca estaba atrapada en la lampara sin poder bajar.

Allí estuvo todo el día hasta que yo regresé a casa.

—¿Dónde estas Frozen del Pino? —Donde se habrá metido esta gata— ¿Frozen del Pino?

Yo la llamaba y la llamaba pero mi gata no aparecía por ninguna parte. Busqué por todos los rincones de la casa y nada, dentro de todos los muebles, mi gata de ojos tristes no aparecía, había desaparecido. Encontré en un cajón a mi tortuga Cachimba, dentro de un armario a mi loro Floro, incluso encontré dentro de la nevera a Milo, mi cocodrilo.

—¡Milo! abre la boca. ¿no te habrás comido a Frozen del Pino?

Entonces recordé que Milo el cocodrilo era vegetariano, no comía más que lechugas y pepinillos con tomillo.

—Vaya misterio. Todas las ventanas están cerradas. No tiene modo de salir. ¿Dónde está mi gata?

Se hizo de noche y cansado de buscar me senté en el sofá.

Mi Loro Floro, mi cocodrilo Milo y la pequeña Cachimba se sentaron conmigo.

Cachimba, lenta como siempre encendió la luz.

—Milo. ¿qué es esa sombra tan rara que se mueve en el suelo?

—¡Pino! ¡Pino! —gritaba Floro girando sobre si mismo— ¡Frozen del Pino!

Milo señalaba con su pesada cola al techo.

Miré al techo y allí estaba Frozen del Pino, mi gata traviesa con los ojitos más abiertos y más tristes que nunca.

—Frozen del Pino ¿qué haces allá arriba?

Entre Milo, Cachimba, Floro y yo rescatamos a Frozen del Pino, mi gata traviesa de ojos tristes y azules.

Mi gata blanca estuvo maullando pidiendo ayuda toda la tarde pero, no podíamos oírla porque su maullido era muy muy muy dulce, como el sonido de las alas de una mariposa.

Esa noche la araña maleducada de ocho patas se descolgó por una ventana y nunca, nunca más la volvimos a ver.

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