NO TENEMOS PERDÓN

Que conste que no es crítica, sino , hastío, pena e impotencia. Pues, me siento ninguneado y estafado, por esta forma de vida, que cada día entiendo menos.

La selva política en la que nos encontramos inmersos, en la que no nos podemos o, no nos queremos entender; dado que, todo son intereses personales y egoístas, sin tener otra cosa en cuenta que ser más que nadie, a cualquier precio, sin responsabilidad de nuestros hechos, y, con la conciencia adormecida, en la creencia de, mañana será otro día, «y vera el tuerto los espárragos».

Igualmente, y como consecuencia de esta locura colectiva, sin precedentes, y sin visos de solución (a menos que un milagro nos ilumine). Vivimos unos tiempos en los que, el sexo a la carta y al por mayor, se ha introducido sin recato ni pudor alguno, en nuestras vidas, con el beneplácito y máxima colaboración, tanto de la TV como del bombardeo de la propaganda, infestada e interesada de múltiples medios.

(Véase, las consecuencias abrumadoras, que a diario nos sirven de forma constante:

maltrato, violación, desesperación y muerte), con la dejación inconsciente de la sociedad, que de forma incomprensible e inexplicable, vemos como la cosa más natural del mundo. O, cuando más, nos decimos, «que Dios nos libre», «pobrecita».

«Es horrible, que nos acostumbremos a esta locura»

No es de recibo, ni sano, que vivamos de una forma tan natural ???, la exposición y regodeo de los mercadillos televisivos, en los que todo vale, con tal de tener audiencia, a costa del mal gusto y de la dignidad del ser humano, y, con el agravante del embrutecimiento de las nuevas generaciones.

E, igualmente…

¿Por que? Tengo que tomarme la sopa salada, al mezclarse ésta, con las lágrimas que me resbalan por la mejilla, viendo a ese angelito africano, que me mira través de «la caja tonta», mientras le miden el bracito con un metro de costura, y, sus grandes ojos, sin esperanza, claman por una VIDA con sus derechos y su justicia; y no, migajas en forma de limosna (que ni tan siquiera sabemos si les llegará algo; visto la podredumbre del ser humano).

Estamos en una época de Navidades, en la que (al parecer) se nos remueve la conciencia, y en la que se nos pega algo de la magia, bondad y verdad de los niños, por lo que, recuperamos transitoriamente la cordura, y renovamos los buenos propósitos de todos los años.

¡Ojalá, todos los días del año, fueran Navidad! (me dijo un día mi hijo)

Y, yo digo: sí, hijo, sí. ¡Ojalá!

Por todo lo expuesto, y más, suplico a todos los Gobiernos del mundo, que cejen en su absurdo y mal proceder, y pongan su voluntad y poder (en vuestras manos está), en parar el caos en el que nos encontramos inmersos. O, de lo contrario, nos veremos abocados a la total destrucción del mundo, tal y como lo conocemos.

«FELICIDADES Y MUCHO AMOR»


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