La decisión

La decisión

Sabrina I

12/12/2022

Era un día sumamente caluroso, típico día de verano. Carla caminaba por la recoleta y se abanicaba para no sufrir tanto el calor. Iba despacio viendo el paisaje, las calles, la arboleda y decidió entrar al cementerio de este barrio. Amaba los cementerios la paz que hay en ellos. Leer las historias de quienes caminaron alguna vez por este mundo. Salió de allí, luego de unas horas, y se dirigió hacia plaza Francia, se sentó debajo de un árbol y vio como a través de las hojas pasaban los rayos del sol. De repente, su celular suena y la saca de su trance. Mira la pantalla, era un mensaje de su novio que estaba angustiado porque ella no volvía. No le contesto. Apago el celular. Volvió a mirar los rayos de sol que atravesaban las ramas y hojas de aquel árbol. En ese instante, lo supo quería paz. Hacía mucho que ansiaba esa paz, solo que era cobarde para hacer lo que muchas veces no se atrevió. Se levanto y se fue a bellas artes se sentó a admirar la belleza de los cuadros y de su cartera saco una libreta donde escribió algo. Luego de unas horas se puso de pie y siguió su recorrido. De repente, un extraño la choca. El extraño todo vestido de negro la observa hasta que al fin le dice: – Que triste que no te reconozcan. Y a continuación pronuncia algo inteligible  +++/*/*/457/45+8/*/*/*+*??????

Carla anonadada por una situación tan inverosímil le dice: – ¿Qué? Y el hombre repite otra vez en castellano “que triste que no te reconozcan” Carla se le queda viendo, pero no logra descifrar quien es. Le dice disculpe, pero no lo conozco. El hombre con ojos furibundos levanta la mano en actitud de que no le vuelva hablar y se retira. Enciende su celular y ve varias llamadas perdidas de su novio. Una sonrisa se dibuja en su cara. Carla piensa como te voy a extrañar, pero no es justo, es hora de dejarte libre. Luego pensó en sus padres que para esa hora la estarían buscando desesperadamente. Lloro con amargura, definitivamente los iba a extrañar mucho. Pero ya no había vuelta atrás, las cartas estaban echadas. No volvería al hospital psiquiátrico. Salió de bellas artes y se dirigió muy tranquila siempre precedida por una paz que no había sentido nunca y camino hasta el subterráneo. Una vez en la boca del subterráneo, se giró y miro por última vez el mundo. Una sonrisa de despedida le dedico al sol y a esa tarde calurosa. Bajo las escaleras y se ubico en el borde del andén. Había muy poca gente por no decir casi nadie. Y los pocos que había no se percataron de lo cerca que Carla estaba del borde del andén. Como en toda gran ciudad cada uno tiene sus mambos. De repente, mira hacia su derecha, y ahí esta otra vez el hombre extraño todo vestido de negro. Solo, que esta vez no la mira con ojos furibundos. Esta vez la contempla con misericordia. Le dice: – ¿ahora me reconoces? Eh venido a buscarte. Ambos ven las luces del subte que se aproxima. Carla lo mira le sonríe y le pide que le de la mano porque esta temblando. El extraño accede a su pedido. Y en ese momento, se escucha el grito aterrador de los presentes. El subte frena abruptamente. Vienen corriendo las personas en el andén llaman a los gritos a la policía estos piden ambulancia la que llega velozmente, también llegan los bomberos. Tratan de ver si la mujer sigue con vida a lo que niegan con la cabeza. Sacan, el cuerpo sin vida en una camilla cubierta de una bolsa negra. En ese momento, una oficial de policía ve una cartera tirada en el andén, la toma y encuentra los documentos y la carta. Definitivamente pensó, era una suicida lo tenia todo planeado.

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