Mientras observo tu silueta sobre esos escalones blancos, tan fríos, tan agrios, sentada, sobre esa silla, admiro tu cabello mientras dibujas, esa sonrisa, sin prestar atención a la radio, aquel árbol de cerezo que en tu libreta asomaba, esos pétalos curuba que al final terminabas, Verte sonreír, eso sí valía la pena, esa traviesa mirada tuya tan casual como si de intenciones hablásemos, al ocaso tu silueta, resaltaba la mía, sin decirte yo nada, a tu lado me acercaba, aquellos latidos rápidos que parecía nuestro corazón saldría corriendo, preguntándome que era por lo que a la distancia mirabas, suavemente me contestas el color de la tristeza, aquel indescriptible paso a la grandeza, ahora me pregunto, porque era tan bella, esa mirada tuya, el paisaje que a lo lejos, entre acordes se dibuja, mientras el pincel un rojo resalta sobre el blanco lienzo, el cual la inspiración mata, siento que mis ojos se hunden, lágrimas brotan y mis pensamientos tristes se desbordan.

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