La Pulpo de goma…cosa de pibes

La Pulpo de goma…cosa de pibes

Ruben Ielmini

12/12/2018

Octubre de 1958…tres de la tarde, un par de chicharras daba su concierto siestero arriba del plátano de mi vereda, el vecindario dormía; el campeonato de bolitas se había suspendido por falta de jugadores.

Mi perra Porota estaba a un costado mirando con atención la jugada, puse en el piso la Pulpo de goma para el próximo penal que iba de cordón a cordón, enfrente de arquero, estaba el turco Nasif agachado esperando el tiro en un arco improvisado con dos ladrillos de obra; le estaba ganando por seis a dos y quería hacerle mas goles, lo tenia de hijo, pero el local azul linea dos apareció justo cuando la pelota estaba cruzando la calle y con su rueda izquierda le pasó por encima…chau Pulpo.

Volví a mi casa entré sin hacer ruido para no despertarlo al viejo que roncaba, saque un cuchillo de la cocina, fui a mi pieza del fondo, di vuelta la chancha y con la punta del cuchillo dejé caer en la cama las chirolas de cinco y diez centavos, producto del vuelto de los mandados del almacén de los gallegos.

Eso más los billetes de uno y dos pesos de los vueltos del Cleveland rubio sin filtro que le compraba al viejo, pude llegar a los treinta pesos con ochenta centavos que costaba la Pulpo.

Ya son las cuatro de la tarde, levantan la persiana de la librería y juguetería «La Placita», el turco me espera sentado en el umbral.

-Buenas don Juan quiero una pelota Pulpo, como la de la vidriera- el viejo la trae del depósito, le doy la plata.

-Momento amiguito, falta plata.

-¿Como que falta ? si la que compré valía treinta con ochenta.

-¡Je!…valía, ahora vale treinta y dos

-¡Treinta y dos!…¿eh porque tanto?

-Y, todo aumenta pibe.

-¿Y …no me hace una rebaja? dele don Juan sabe lo que me costó juntar toda esta guita.

-¡Amiguito a mi no me lo cuente, la pelota vale treinta y dos si tiene la lleva y si no, la deja!

-¿Y no me fía la diferencia?, después le pido plata a mi viejo y se lo pago. dele don Juán

-¿Fiarle? no no no…esto es un negocio no una casa de beneficencia.

-¡Ufa! gracias, que generoso es usted.

-A mi no me falte respeto mocoso…Fuera vamos váyanse.

-¿Y che que paso?..

-¡Nada turco! no me la vendió dice que ahora sale treinta y dos.

– Así que no te la vendió, que hijo de puta… dame la plata.-

-¿Que?

-Dale boludo, dame la plata ahora vas a ver.

A los cinco minutos sale el turco con la pelota, desde la vidriera el viejo Juan lo miraba con bronca.

– Toma acá tenes la nueva Pulpo, dale vamos a jugar.- Yo no salia de mi asombro.

– Para turco, no entiendo, como te la vendió si no tenias toda la plata.

Me guiñó un ojo y me dice – ¡Negocios che!-

-¿Negocios? pero, de que negocios me hablas, dale turco, contame.

Mientras picaba la pelota me dice – ¡Lo amenacé!-

-¡Como que lo amenazaste! dejate de joder turco, a ver si me metes en un quilombo che, mira que el viejo Juan es amigo de mi papá.

-¿Quilombo? si «ja, ja, ja» quilombo se iba a meter él.

-¿Por?- nos sentamos en el cordón de la vereda, el hijo de puta con una sonrisa irónica me cuenta.

– Hace dos días vine a comprar un mapa y una caja de lapices de colores para la clase de geografía que nos pidió la maestra te acordás?

– Si me acuerdo ¿y?-

-Y espere en el mostrador y el viejo Juan no venia y no venia, y escucho una risa, y una voz que venia del lado de la puerta del depósito; me asomo y… ¡Sorpresa! el viejo con la mujer de don Roque el verdulero que le estaba tocando las tetas, cuando me vio se quedo chato, la mujer se acomodó el escote y salio al raje del negocio; el viejo traspiraba del miedo, me pidió, me rogó, que no cuente nada, y no me cobro el mapa ni los lápices.

Así que fui y le dije que si no me da la pelota por treinta pesos, iba y le contaba al verdulero, lo que estaba haciendo con su mujer; así es la cosa amigo ¿Hice o no hice negocio?…Por algo soy hijo de turco.

-Para un poco, para un poco, yo te di treinta con ochenta, le diste treinta…¿ y los ochenta?

– Es mi comisión che, te conseguí la pelota, con los ochenta vamos a la panadería y compro cuatro tortas negras, dos para cada uno ¿que te parece?

– Me parece que sos un hijo de… turco, dale vamos.

Armamos de nuevo el arco con unos ladrillos de la obra, me fui a la vereda de enfrente y me acomode entre los dos plátanos que hacían de arco, mire para los dos lados, y el local azul linea dos todavía no venia, acomode la Pulpo que olía a goma nueva y empezamos la ronda de penales, esa tarde me ganó el turco por diez penales contra cuatro, los dos primeros se los regale, como una gentileza por la Pulpo de goma.

Fin

( a la barra de los pibes de Plaza Italia)

Ruben Ielmini

ISBN 978-987-3657-22-1

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