Hay una sombra que cuelga de tu cadera.
Tus amigos lanzan miradas obscenas sobre tu espalda.
Cruzo las piernas sentado en la silla, intento memorizar este momento,
esta habitación; esta tristeza que me hace sentir conforme.
Roso con mis dedos tu rostro y el borde de tus labios.
Hay electricidad entre nosotros, una vez dispuesto el pudor,
la noche será demasiado corta para el amor.
Todo lo que impregna nuestro entorno está deforme,
hay llagas de aire y mariposas negras.
Obscuridad de ojos que se escurre en las mejillas.
Nuestras infantiles risas y mentes fragmentadas.
El amor nos arrojará contra la pared.
Nuestros brazos estériles se amordazan,
nuestras miradas oscas concretan un pacto sentimental.
Y la luna nos mira cuando colgamos debajo de ella.
Cual ojo providente.
Nos arrastramos y sucumbimos en la negrura del descontrol.

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