Observándola en silencio, así inicio mi historia más bonita, la de una de las más dulces tristezas, ella era un sol o más bien una luna ni tanta luz ni poca oscuridad, ver esos ojos que brillaban en la oscuridad como queriendo observar mi descanso, y despertando todos los días sonriendo para no llorar, amando tan limpiamente para no odiar el rechazo, ella era hermosa, su sonrisa sin falsedad y su mirada tranquila esa que me dedicaba al ocaso y que egoístamente no quería compartir, ella que me ofrecía sus más dulces sonrisas, que secaba mis lágrimas con sus frías, pero ardientes manos, en sus brazos llore tan profundamente que destroce mis entrañas para expulsar aquellas lagrimas oxidadas; de pronto Por qué me mirabas con esa expresión tuya, tan congelada, tan fría, tan vacía, como una cueva otoñal; solté aquellas palabras como si me las dijese a mí mismo como dándome cuenta que pronto caería al vacío, en ese momento solté todo aquello a lo que me había unido y grite, llore, llore sin piedad alguna como queriendo romper a gritos aquella caja que te mantenía cautiva, presa, presa de insensibles sentimientos, porque te encontrabas tan lejos, porque me dolía mirarte, respóndeme, amada mujer que me miras con unos ojos cansados, ¿quién eres? no te conozco, porque ahí entre tus manos no se encuentran las mías, oye respóndeme porque tu boca no circula palabra alguna, porque lentamente te marchas, y me alejas, el calor que me ha acompañado, abandona mi pausado corazón el cual se ahoga entre mis brazos, tanto me odias que ahora te marchas sin despedida alguna, dime respóndeme algo, ¡sal de esa caja en la cual te llevan y dime algo! dime que no será por siempre, vuelve a mirarme con esa gentil mirada tuya y sonríeme como esperando oír lo que tenga que contarte, mírame y dime a la cara que a mi lado si estarás o si no, créeme me volveré loco.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS