Días vacíos y sonrisas tristes.

Días vacíos y sonrisas tristes.

sam peraza

01/03/2019

Un día muy normal.

Un día como cualquier otro, las horas transcurren de la misma manera, mi rutina es exactamente igual. El ritmo de mi vida, sin cambios. A excepción de un par de cosas. Hoy, no soy yo y que no puedo ser nadie más.

A que me refiero:

He despertado viendo ese par de vigas de madera sosteniendo el techo de mi departamento con una fuerza de resistencia increíble. Pero siempre veo eso al despertar, en ocasiones, una que otra chica que conozco en algún bar nuevo de la ciudad. Otras, solo puedo ver los estragos de mi sesión de beber de la noche pasada, incluso muchas veces puedo llegar a extrañar ese par de vigas, debido a que al despertar no me encuentro en ese viejo colchón, en aquella habitación desordenada con un estilo minimalista. (Eso a mi manera de llamarle a una cómoda con tres cajones, un armario, tubos con cables de luz expuestos y bombillas de luz amarilla que están a punto de fundirse o en todo caso estrellar).

El armario, sin ropa de lujo, solo la suficiente como para no parecer un retrato en el mismo bar, en la misma butaca de la misma barra.

Los cajones, con un rollo de condones, ropa interior, una que otra pantaleta olvidada, todo como si fuera un espagueti de ropa y noches por olvidar.

Sobre esa cajonera, una cajetilla de rojos. Esos mismos que son delatadores ante un buen olfato. A un lado, el típico cenicero de bar junto con un encendedor, una lámpara, un par de libros viejos y empolvados que solo sirven de adorno porque hace años que deje la lectura, junto a ellos y como sostén de libros, una buena botella de «Escocés» que lleva vacía alrededor de tres días. –estoy considerando volver a comprar otra.-

  • ¿qué carajo haré el día de hoy?, puedo quedarme todo el día acostado contemplando ese par de vigas que evita que el techo colapse sobre mí. O puedo salir, comprar más escoces, fumar un poco, irme a currar medio turno en algún lugar, conseguir algo de efectivo para llegar al primer bar que se cruce en mi camino, hacer el intento de liarme con alguna chica, ver la posibilidad de traerla a este humilde nido y hacerle el amor hasta quedarme totalmente desvanecido de cansancio y ella (espero.) en un estado de agotamiento sexual gracias a mí.
  • ¡Valla¡, creo que poder tomar cuatro cervezas en lugar de dos, sería algo bueno para mí y mi manía por el alcohol.

  • – Hola. ¿Qué tal?
  • – Hola, ¿Qué te pongo?
  • – Una cerveza de barril. –conteste con la voz más normal que pude fingir al darme cuenta que ella noto que la observaba.-
  • – ¿Pusiste atención al letrero de la entrada? ¿cierto? –ella pregunto con una sonrisa tímida.-
  • – Claro, es por lo que estoy aquí. –en realidad no supe que responder, más que la verdad. aunque esta pareciera algo torpe.-
  • – Vale, aquí tienes, disfrútala.
  • – ¡gracias! – solo asentí con la cabeza después de darle las gracias, y me recordé que no se debería de confundir la amabilidad con el coqueteo.-
  • – ¿Te pongo otra?
  • – Sí, creo que me la eh bebido de tajo y sin darme cuenta. –conteste con una pena más amarga que la cerveza misma.-
  • – Vale, ¿alguna otra cosa?
  • – Si, ¿tendrías algún cenicero? Me sería muy útil para no hacerte un desastre con las cenizas.
  • – ¿fumas mucho? Para tener una idea sobre la magnitud de ese desastres que presumes.
  • – Suelo hacerlo de una manera cotidiana, aunque no se si sea algo digno de admitir.
  • – Descuida, yo lo hago igual, solo que es una de las jodidas reglas de este trabajo. No fumar.
  • – Vale, y gracias por el cenicero. –fue mi idea o tenemos algo en común, un mal vicio, sí. Pero algo en común, y no lo vio a mal, incluso bromeo con mi “desastre” de ceniza. (valla que estoy perdiendo facultades, ahora me hago una idea estúpida sobre este cruce de palabras.)
  • – ¿algo más que pueda servirte?
  • – No, por el momento solo la cerveza y el cenicero, gracias.
  • – Vale, aquí tienes tu cerveza, disfrútala.

Contestándome a mí mismo, considere las opciones, y comencé a detallarlas, buscando cual sería la mejor opción.

Nunca llegue a una respuesta viable. Así que opte por volver a dormir. Al despertar, maldiciendo el tiempo que desperdicie, sostuve en alto mi fuerza de voluntad y comencé mi día, pasado las tres de la tarde.

Una ducha fría, ropa cómoda, un buen abrigo debido al frio de esta maldita ciudad, los cigarrillos en la bolsa escondida del recubrimiento interno de la chaqueta que llevo sobre el abrigo junto con la cajetilla de cigarrillos el merecido encendedor. En la bolsa delantera derecha el móvil. En la delantera izquierda las llaves del departamento, unas cuantas monedas, -suficientes para un par de traslados en autobús yun par de cervezas-.

Al llegar a la esquina de la calle santa lucia pude deslumbrar un nuevo bar, llamó mi atención al mirar un letrero, “cerveza 2×1”

Pensé en entrar de inmediato, lo hice. Sutilmente y con las manos como témpanos llegue a la barra en donde para mi mala suerte el que atendía era chica, y una muy linda.

Un metro sesenta de piel morena, curvas que harían caer a cualquiera hacia el más alto de los precipicios. Un par de ojos inigualables, que se liaban a la perfección con una sonrisa angelical y un par de hoyuelos. Sin mirar aun su cuerpo podría seguir admirando que su nariz era peculiar, linda.Pase a lo interesante, su cuerpo, ese cuerpo que atrapaba cualquier mirada, su caminar por esos tres metros de barra que tiene detrás para poder coger cualquier licor, baso incluso tarro. Piernas proporcionalmente con su torso y sus hombros no tan alejados de su cabeza que si los observabas de espalda, te dirigían lentamente hacia su cadera, como si fuera una fleca desde los hombros hacia su trasero el cual no estaba mal, habría que mencionarlo tarde o temprano porque lo pensé durante una cerveza.

Comencé a beberme la primera cerveza, claro, bastaron unos cuantos tragos para que me la terminara, sin darme cuenta, la tenía encima de nuevo.

Me sirvió la cerveza casi en cuanto se la pedí, los cigarros fueron consumiéndose a un ritmo acelerado, no sé si fue por mi nerviosismo ante ella, o que simplemente no les prestaba atención por estarla mirando y sin darme cuenta estaba sentado justamente a un lado del despachador. Pensando en que probablemente quede como un tonto, o un ebrio frente la chica más linda de este bar que acababa de encontrar.

Ahora, avergonzado y temeroso al mismo tiempo de intrigado por lo que ella pueda estar pensando de mí, decidí solo tomar lo que tenía presupuestado y largarme cuanto antes. Sin cruzar alguna palabra extra con ella, solo unas cuantas miradas coquetas que ella tenía hacia mí. Como ella se daba cuenta que yo la miraba. Pero mis miradas al ser descubiertas solo tenía una acción, y era regresar a ver mi cerveza oh el juego que se estaba transmitiendo en el televisor. Cuando regresaba la mirada, ella sonreía, como si fuera cosa de chicos de preparatoria o colegio.

Salí del bar, regrese a mi departamento, a contemplar ese par de vigas que sostenían el techo sobre mí.

Despojándome de mi ropa y disponiéndome a fumar unos cuantos cigarrillos mientras viene a dormir conmigo Morfeo.

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