RICITOS, PERLITA Y BOMBÓN (tres primitas con un «Don»

RICITOS, PERLITA Y BOMBÓN (tres primitas con un «Don»

RICITOS, PERLITA Y BOMBÓN

( Tres primitas con un don)

En una noche tenebrosa y un tanto mediática, con el ulular del viento como música de fondo, y una lluvia pertinaz que te calaba los huesos, hasta el punto de dejarte sin respiración, vino al mundo una niña que…

-Bueno, bueno. Vamos a dejarnos de monsergas y de extravagancias de escritor de medio pelo, y vamos a contar las cosas como son. Al pan, pan, y al vino, vino.

Y, puestos a desayunar, vengan sin mas tardar, esas migas con tocino. ñan, ñan.

-Quedamos en que, era una noche cerrada en un barrio de Madrid, cuando, en el seno de una familia de acusado «pedigrí», llegaba tras larga espera, una niña tan hermosa que me hizo a mí «tilín».

-Aun que pensándolo bien, dejaré que esta historia os la cuente sin demora, esa niña tan dulce y «mona», que me sigue haciendo a mí… «tilín».

-Adelante Ricitos, todo tuyo.

-Sí, será mejor que el cuento, lo cuente yo.

-Mi nombre de guerra es «Ricitos» ¿ Será por mi pelito, que parece un serpentín? y voy a cumplir cuatro añitos, y después… otros dos mil.

¡Como me chiflan los «cumples».

De pronto, interrumpen a nuestra «cuentista»; pues asoma la cabecita, una niña picarona que, con cara de pepona, reclama nuestra atención.

-¡Ya, ya! No me tires de la faldita ¡pesadita!, que te voy a presentar- dice Ricitos.

-Aquí tenéis a mi hermanita, con el nombre de guerra «Perlita». Es, tierna, dulce y bonita, pero con un genio que… ¡de armas tomar!. No entiendo eso de las armas, pero… ???.

-Bueno, ya puestos, os presentaré a la última incorporación de la «panda». Señoras y señores… con todos ustedes, el «Bombón» con sonrisita, nuestra primita. Una «cosita» tan rematadamente bonita, que te la quieres comer.

-Y, una vez presentados los personajes de este cuento, en el que casi todo es verdad, ja.ja. Os diré que, además de ser sanotas, bonitas y listas (sí, tenemos abuelos, pero últimamente se distraen un poco), hemos nacido las tres con un poder cada una.

-Yo, Ricitos (que de mayor quiero ser «Doctora Bailarina», como mi tía Patri), tengo el poder de curar con una simple caricia.

-Mi hermana «Perlita», entiende el lenguaje de todos los animales.

-Y, por último, nuestra primita «Bombón», con su sonrisa y repitiendo la palabra mágica de guapa tres veces, hace que todo se ilumine, y crezcan y sanen las plantas.

-Y, para que no digáis que soy una «cotorra», os dejo con nuestro «Abu», para que él os cuente nuestros «chismes», ¿vale?.

-Valla embolado que me has preparado Ricitos, vamos a tener que poner a trabajar la imaginación, y a través de la máquina del tiempo, transportarnos al año 2016 (por lo menos), de forma que ya puedan hablar las dos pequeñas, por que ahora mismo, Perlita no dice más que alguna que otra palabrita, y si es Bombón, tan sólo dice «papa, papa, papa». Eso sí, tu hablas por las tres.

-Así que, si te parece, nos vamos a transportar al año 2016, en el que tenéis 7, 5 y 4 añitos respectivamente (de los míos no decimos nada, que a mi edad, el tener que ponerme más años de los que tengo, es una auténtica faena)

Cerramos los ojos y… soñamos. ¡Qu bonito es soñar!. Pero ¡ojo!, con los pies en la tierra, que los sueños sin trabajo y esfuerzo, no sirven.

En una mañana soleada y primaveral, cuando las flores lucen todo su esplendor, y dejan que, la abejas, las mariposas, los pajaritos y demás insectos, jueguen y compartan el polen que generosamente ofrecen …

Salen de excursión nuestras «primitas con un don». Donde (naturalmente) la jefa es ricitos, ¡faltaría más!, como dice la protestona de Perlita, con el asentir de cabeza de Bombón.

-Chicas, -dice Ricitos- no os olvidéis de nada, haber Bombón ¿llevamos agua suficiente?, y tú, Perlita, no te olvides de los «bocatas», que si no, no hay quien te aguante con el hambre.

-Vale -dice Perlita-, y tú ¿que llevas?, «lista».

-Yo llevo el botiquín, que son mis manitas que lo curan todo. -Dice Ricitos-

-Buá… -rezonga Bombón.

-En marcha, que ya es tarde -arenga Ricitos-. Que tiemble el campo, que vamos las primitas folloneras, a ponernos el mundo por montera, je, je.

Subieron una montaña desde donde disfrutaron de unas vistas preciosas, a sus pies, tenían un valle hermoso, donde apacentaban las vacas, las ovejas, los caballos y algún que otro borriquito, de los que tanto disfruta nuestra Bombón; y siempre dice:

– ¿Como los quiero!.Tienen los ojos tiernos como Perlita, y son tan cabezones como Ricitos, jeje.

-¡Que graciosa! -contesta Ricitos

-Venga, vamos a bajar al valle -dice Perlita- que he visto un riachuelo, y me voy a mojar los pies, que ya los tengo doloridos.

-Bien, pero tener cuidado -dice Ricitos- ir por el sendero y tener cuidado con las piedras, que os podéis escurrir.

-Vale, vale «mamaita», je, je -dice Bombón. «Mamaita la pesadita, mamaita la pesadita…

Y, sale escopeteada, ladera abajo.

-Que tengas cuidado, «pequeñaja» -grita enfadada Ricitos- que si te pasa algo, me regañan a mí, y no te dejan venir más con nosotras.

-Venga hermanita -dice Perlita- que se nos escapa. «Mariquita la última», je je.

Y, emprende la carrera tras de la nerviosa de su primita, que a pesar de lo pequeña que es, corre que se las pela.

Cuando llega Ricitos al valle, ya están las dos pequeñas, con los pies descalzos metidos en un remanso del riachuelo, chapoteando y riendo como locas.

-Sí, sí, vosotras reíros -dice Ricitos- que luego diréis que estáis cansadas, y tendré que cargar con alguna ¿verdad?.

-Anda -dice entre risas, Bombón- mete los pies en el agua, que esta muy fresquita, pero ten cuidado, que a Perlita le están mordiendo los deditos las truchas, que tienen más hambre que ella, je, je. Vamos a sacar los «bocatas», que es un buen sitio para comer, y así, les damos un poco a los pececillos.

-Les darás tú -dice Perlita- que yo tengo mucha hambre. Será por la carrera, y por el aire tan puro que respiramos ¿no?.

-Sí, -contesta Ricitos- tu no necesitas ninguna excusa para tener buen apetito, je, je.

Después del desayuno reparador, nuestras chicas se dejan caer en la mullida hierba, y mirando al cielo observan el movimiento de unas nubes juguetonas, que según su ir y venir, van configurando distintas y divertidas formas, con las que nuestras excursionistas bromean:

-Mira, mira -dice Bombón- parece un botijo.

Y, Ricitos comenta -pues ten cuidado con el pitorro, que las nubes llevan agua, y si llena el botijo que ves, te puede echar un chorrito, y te va a mojar ese conjunto de blusa y faldita tan mono que llevas, ja, ja, ja.

-Pues yo he visto una nube que parece un oso -dice Perlita- y ahora me dirá Ricitos, que tenga cuidado que me puede hacer «pipí» y mojarme a mí también. je, je.

-Cochina, -le contesta Ricitos. Mirar, allí ahí una huerta con un señor trabajando con un azadón, vamos a ver com lo hace, que es bueno aprender de todo, ¿vale?.

-Vale, -contestan las dos al tiempo.

Rápidamente se calzan, y allí que van nuestras curiosa chicas. En busca de información, o… ¿es cotilleo?.

Bueno, es ley de vida ese hambre sano y necesario que tiene el saber, pues nuestros cerebros (sobre todo en nuestra juventud), tiende a asimilar y absorber, cuanta información llega a nuestros sentidos.¡Huy, que serio!

Un hombre de aspecto rudo y bonachón, con un sombrero de paja un tanto roido por el uso, se afanaba con esmero en el cuidado de un pequeño huerto, en el que proliferan las coles, los tomates, los pepinos y… unas cuantas hortalizas más.Y, que a simple vista, no parecen tener muy buena pinta, -como si estuvieran enfermas las plantas.

-Hola señor, buenos días -saluda Ricitos.

-Buenos días -dicen al unísono, Perlita y Bombón.

-Muy buenos días contesta el hortelano, ¿que haceis por aquí, pequeñas?, ¿no os habréis perdido, no?.

-No, no -contesta Ricitos, estamos de excursión por el campo, que nos encanta saltar y correr por la hierba, ver a los animales sueltos, a los pájaros volar, las flores con tantos colores, y todas esas cosas que en la ciudad, cada día, son más difíciles de ver.

-Pues esas flores que tiene este señor -dice Perlita-, están «chuchurrías».

-No son flores, Perlita -corrige Ricitos-, que son plantas de distintas hortalizas, ¿verdad, señor?.

-Tienes razón pequeña -dice el señor- son hortalizas para comer, pero no le falta razón a Perlita, ¿Perlita, has dicho que se llama, no?. Pues, realmente están «chuchurrías como apunta la pequeña. Han cogido una enfermedad, que no soy capaz de solucionar, y no será por falta de cuidados, cariño, y el tiempo que les dedico.

-Que pena -dice Ricitos. Bombón, ¿no podías tu, hacer algo?. Podías probar tu «don» para ayudar a las plantas de este señor ¿no?.

-No se -contesta Bombón- sabéis que todavía no tengo mucha practica, y, que la última vez que lo intenté, en lugar de revivir a ese geranio, lo deje hecho un «higo». Pero si queréis, lo intento ¿vale?.

-Sí, hazlo -exclamó Perlita dando palmas.

-Bueno, vamos a ver… «Atención plantitas, quiero que estéis sanitas; guapa, guapa, guapa».

El pobre labriego, con los ojos como platos, no daba crédito a lo que estaba presenciando. Asombrado y perplejo esta viendo crecer, estirarse y reverdecer a sus enfermos repollo, zanahorias, pepinos, tomates, y hasta las patatas parecían cantar de alegría.

¡Toma castañas! -Exclamó Perlita, mondándose de risa.

¡Me ha salido, me ha salido! -Saltaba alegre Bombón.

-Bien hecho- aplaudió Ricitos.

Y, el buen hortelano -con lágrimas en los ojos- no cesaba de repetir, Dos mío, Dios mío. Gracias Señor. No puedo creerlo.

Tras despedirse las niñas del buen labriego -un tanto confundido todavía-, al que prometieron visitar nuevamente; iniciaron el viaje de retorno por el mismo camino por el que habían venido.

Y, no hacía ni media hora, que habían reemprendido el caminar, cuando divisaron en un pequeño cerro, a un pastor con sus ovejas, que pacían plácidamente; mientras su perro guardián, tumbado a la sombra de un arbolito, las observaba de reojo.

Al acercarse nuestras viajeras, el perro se levantó, y en tono amenazador, rompió el silencio del valle con unos ladridos estridentes, que intimidaron un tanto a las niñas.

Pero, al momento el pastor, tranquilizó a su fiel compañero, llamándole a su lado, al tiempo que decía:

-Tranquilas niñas, que no os hace nada, acercaros sin miedo.

Después de las presentaciones de rigor -en las que llevó la batuta nuestra querida Ricitos, como era de esperar-. El pastor se siente intrigado por los poderes que las niñas dice tener:

-¡Caray! Si es verdad eso, yo tengo en el corral a un burrito precioso, que se llama Marcelino, y el pobre se ha hecho daño en una pata, y no se puede mover. ¿Podéis hacer algo?.

-Bueno -dice Ricitos, pero se tiene que quedar muy quieto, y no darme una coz ¿he?, que no me fío.

-No te preocupes -anima Perlita- que yo le tranquilizo hablando con él ¿vale?.

-Pues no se hable más -sentencia Ricitos- manos a la obra, vamos al corral que se hace tarde, y nos queda un buen trozo de camino para llegar a casa.

Toda la comitiva en pleno, el pastor, las tres niñas y el perro, se dirigen a una caseta de piedra, en cuyo alrededor pastaban un pequeño grupo de ovejas que (ajenas a todo) saboreaban unos tiernos brotes de hierba. Y, que según nos comentó Perlita, (traductora oficial del lenguaje animal), decían:

-Que estarán tramando, veras como nos fastidian estas señoritas de la ciudad. Y, canturreaban… «Señoritas de pan pringáo de culo verde, señoritas de pan pringáo de culo verde…je, je.

Entraron en la caseta, y en un principio no vieron nada, por la poca luz que entraba por un pequeño ventanuco, situado en la pared del fondo; pero poco a poco, los ojos se habituaron a la escasa luz, y vieron en la estancia, dos gorrinos que les miraban asombrados, y un borrico tumbado en un montón de paja.

-Mira Bombón, de estos animalítos se saca el jamón que tanto te gusta -le indica Perlita, señalándole a los cerditos.

-¿Sí? -Le contesta la primita ¿y les puedo dar un mordisquito?

A lo que uno de los cerditos, con las orejas muy tiesas dijo: -Grui, Grui, Grui.

-Mira, a dicho que sí Perlita. je, je-

-De eso nada monada -le contesta nuestra traductora y experta en idioma de animales-. A dicho que… ¿por que no le das un mordisco al culo de tu padre, guapita? ja, ja, ja,- ríe con ganas Perlita.

A todo esto, Ricitos, se había acercado despacio al burrito, que con ojos llorosos la observaba con tristeza.

-No temas bonito – le dice Ricitos cariñosamente, cuéntame que te ha pasado, que te voy a ayudar sin hacerte pupita.

El burrito, se medio incorpora con sus patitas delanteras, y con una voz ronca se explica (según traducción de Perlita) por que en principio, no se entendía más que unos rebuznos lastimeros.

-Yo era un burrito muy feliz y juguetón, siempre corriendo y dando brincos, jugaba con mis amiguitos del corral, y paseaba encima de mi lomo a los niños del pastor, sin enfadarme con ellos cuando me tiraban de las orejas o del rabo. Pero, un día que un amigo del pastor trajo un caballo, yo le desafié a una carrera, diciéndole que yo era el más rápido de la comarca. Ya ves, un burrito contra un caballo (un burrito presumido y tonto, diría yo). Que, al competir en una carrera con el caballo, se rompió la pata trasera cuando saltaba el riachuelo.

Cuando esto confesaba nuestro buen amigo Marcelino, movía la cabeza apesadumbrado y triste, sin parar de repetirse:

-¿ Y que voy a hacer yo ahora? sin poder trabajar, ni jugar, ni ayudar a mis amiguitos.

– No te preocupes campeón -le anima Ricitos. Que yo te voy a ayudar, pero me tienes que prometer que ya no harás mas burradas (ja, ja, que chiste me ha salido ¿he?). Bueno vamos a ver ¿es esta la patita? -pregunta la niña, señalando la pata trasera derecha del burrito.

-¡Hay! Sí, esa es, y me duele mucho -se queja Marcelino.

-Tranquilo -le comenta Ricitos, concentrándose en utilizar su «don». Y, pasando las dos manos por la patita herida, de forma muy suave, murmuró las palabras «Mágicas» de… «Sano sanote, puro machote, cura patita, ponte muy fuerte».

Todos los presentes se miraban expectantes, pendientes de la reación del pobre Marcelino, que no se atrevía ni a respirar esperando ver que pasaba.

Pasaron diez segundos (que parecieron una eternidad) cuando, el burrito empezó a esbozar una sonrisa de oreja a oreja (que ya es decir) y, con la cara iluminada de alegría dijo:

-¡Ay! Que calorcito siento en la pata, y no me duele.

Y, todos empezaron a animar:

-Vamos vamos, levántate. Vamos Marcelino, que no se diga, sal del corral y date una vuelta.

Salieron todos del corral, y observaron con gran alegría, como el burrito Marcelino trotaba gozoso por la pradera si dejar de rebuznar, lanzando coces al aire y gritando (según traducción de Bombón):

¡Yupi!. Estoy curado. Gracias, gracias, ¡Que feliz soy!

Pasaron un buen rato riendo y cantando, cuando la voz sensata de Ricitos dijo:

-Siento fastidiaros chicos, pero nosotras nos tenemos que ir, que se nos hecho muy tarde, y si no llegamos a tiempo, nuestros papás se pueden asustar.

-No os preocupéis preciosas -dijo Marcelino- que aquí esto yo, para llevaros en mi lomo asta la entrada de la ciudad, y así, iréis más descansadas y a tiempo. Que ahora estoy fuerte y curado, y lo haré con mucho gusto y cariño. ¿Vale?

-De acuerdo -dijo agradecida Ricitos- te tomo la palabra, por que ya estamos un poco cansadas, sobre todo Bombón, que se le empiezan a cerrar los ojitos de sueño.

Y, dicho y hecho, se despidieron de todos con la promesa de volver muy pronto, para jugar con sus nuevos amiguitos.

Y, las tres niñas, a lomos de un orgulloso Marcelino, retomaron el camino de vuelta, con la sana alegría de haber pasado un dia de campo espléndido, y sobre todo, por haber podido ser útiles a sus semejante, y contar con nuevos amigos.

-¡Perlitaaaaaa! -grita Bombón- no me empujes, que ya voy agarrada al rabo, y me voy a caer, caramba.

El burro sonríe, y Ricitos -en tono conciliador, murmura:

-Chicas, chicas, un poco de paciencia, que ya llegamos.

«Hasta nuestra próxima aventura, queridos lectores; en la que se incorporará nuestro nuevo fichaje: la benjamina… GORRIÓN. (la nueva y cuarta primita)¿Cual será su Don?.

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