TANATORIO (La Gran Carpa)

Grajos y cuervos bloquean la entrada,

el mercadillo de la pena

ofrece sus múltiples prebendas,

oro, incienso y mirra

en un pesebre con la cara lavada.

Sorteas el hormiguero

con cara de circunstancias

o, con el rictus de un payaso en paro

-según sea el compromiso

que requiere tu presencia-.

Tras patear el felpudo

-cuyas arrugas de dolor

son más que visibles-,

te encuentras engullido

por ese olor mareante

difícil de etiquetar.

Tus zapatos

con ese lustre de emergencia,

te llevan tras la mirada

a presentar las credenciales

de tus buenos propósitos.

Esquivas mirar al titular

eligiendo las fotos a guardar

y, un miedo profano

te hace tocar madera

por aquello de…

En un rincón observas

como el «circo» cobra vida,

las risas, el comadreo

el hablar por no callar.

Haber si nos vemos

en otras circunstancias-.

-Esta vida es un asco-.

-Me llamas y quedamos-.

El escudo al miedo, a lo inevitable

al no pensando en ello, no me toca.

Miras el reloj, y fluyen las excusas.

Y, una vez en la calle, zarandeas la cabeza

nivelando el aserrín, de la falsa rutina.

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