MI NIÑA
Que tienes mi dulce niña
que tienes que no has oído,
que tienes que no me escuchas
que tienes cariño mío.
Me acerco a tu cunita
con amor y con sigilo,
velando tu sueño inquieto
-como ese halcón peregrino-
que cuida de sus polluelos
mimándoles en su nido.
Te tarareo una nana
con más cariño que tino,
y rezo con toda mi alma
al Dios, que todos sentimos
-al que sólo en malos trances
o, momentos de infortunio-
recurrimos impotentes
suplicando nuestro alivio.
Duérmete, querubín mío
no temas ni estés inquieta,
que tu madre está contigo
y, estará siempre dispuesta
a cuidarte mientras viva
y aun después, de estar ya muerta.
OPINIONES Y COMENTARIOS