ANDALUZA
Altiva, desafiante
pisando fuerte y exuberante
camina la Genoveva.
Con su melena al vento
negra como la noche,
su tez blanca, anacarada…
de novela.
Piél tersa y lavada
con agua de la Alpujarras,
clavel reventón
en el centro de ese pecho,
que el escote generoso
muestra con desafío
-como diciendo-
«aquí estoy, y es mío».
No se le puede negar,
es andaluza
por los cuatro costados
y, cualquiera que pase
a su lado,
no puede reprimir el mira
-aun que sea de soslayo-
y suspirando profundamente, decir
-o, al menos pensarlo-
¡Que bien te hizo Dios!
¡La madre que te parió!
¡Qué cuerpo, para pintarlo!
(Con amor y admiración,
a la madre más bonita del mundo)
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