La anciana en la ventana

La anciana en la ventana

Amy Fernández

05/02/2017

Nació y se quedó sola.

Su madre la abandonó al nacer, su padre al concebirla.

Tendría unos cuatro años fue adoptada por una mujer que también estaba sola, con necesidad de tener un hijo, pero sin hombre que se lo hiciese.

Se convirtió en su madre, le dió cariño, cuidado y protección.

Juntas cruzaron el mar buscando progresar, dejando atrás lo vivido.

La madre trabajó mucho para lograr lo anhelado.

Compró una casa para ella y la niña.

Ya en edad de merecer, la niña que ya era una adolescente se casó, lamentablemente al poco tiempo enviudó.

Madre e hija siguieron unidas como siempre.

Pasado el tiempo la hija volvió a casarse y fue mamá.

Conformaron una hermosa familia la abuela, la madre con su esposo y un niñito.

Se los veía felices.

La abuela un día cualquiera partió de este mundo, la era muy mayor, recibió de parte de todos muchos cuidados.

El matrimonio con el niño siguieron adelante recordándola.

Luego partió el esposo, víctima de una larga enfermedad.

La madre y el jovencito siguieron viviendo siempre en la misma casa.

Pero como la rueda de la vida es así, la familia volvió agrandarse con el casamiento del hijo y al tiempo nació una bebita, que trajo renovada alegría a la familia.

Y el reloj siguió girando.

La hija, que luego fue madre y mas tarde abuela, hoy casi centenaria está asomada siempre en la ventana, buscando con quien conversar, está lúcida y en pie, con sus recuerdos intactos.

No está sola, pero tampoco acompañada.

Como cuando nació,

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