Una segunda muerte para Tchaïkovski

Una segunda muerte para Tchaïkovski

Roberto

08/11/2018

Intento describir a mi padre y me vienen a la mente infinidad de imágenes, pero, me quedó con el pensamiento de mi hermana: «En sus ojos asomaba su sonrisa, antes de mover sus labios».

Mi padre, amante de la música y su preferida era la clásica. El piano en casa, siempre impecable, me gustaba pasar el paño concienzudamente hasta verme reflejado. 

Cuando él interpretaba fragmentos de algunas piezas, mi piel reflejaba el sentimiento que me provocaba. No tuve necesidad de pedirle que fuera mi maestro, estoy seguro que deseaba que alguno de sus hijos se interesara por la música. Y así empecé mis primeras lecciones y mi amor por ese hermoso instrumento. Pero  esa es otra historia, ahora, quiero comentarles que además del talento en el piano, Mi padre era un excelente narrador de anecdotas. A mi parecer contenían un alto grado de fantasía que te hacían dudar de su veracidad; sin embargo eran reales y otras que jurarías ciertas… Te llevabas el chasco, resultando ser producto de su imaginación.

En cierta ocasión mis hermanos y yo le preguntamos si alguna vez se había presentado en público para interpretar alguna melodía; no lo pensó mucho y empezó su relato con esa voz grave que lo caracterizaba:

—Cuando trabajaba en el Banco de México, se organizó una orquesta en la que fungía como director de la misma, e hicimos nuestro debut en el deportivo Chapultepec. Para tal acontecimiento escogí una pieza del compositor ruso “Tchaikovski”. Había que ensayar mucho  en los pocos días previos al debut. —Hizo una pausa y continuó su narración.

—No me gusto del todo pero los aplausos del público me alentaron a creer que no había estado tan mal. Al día siguiente compré el periódico Excélsior a sabiendas de que los reporteros de ese diario habían cubierto el evento; me intrigaba y emocionaba conocer la nota periodística. Y… Efectivamente había una nota en la sección de sociales:

“El día de ayer asesinaron a un tal Tchaikovski en el deportivo Chapultepec”.

Ese fue nuestro debut y despedida. –Con esa frase, terminó la historia.

Mis hermanos y yo cruzamos miradas; esperábamos otro final. Mi madre, con su sonrisa, ratifico la veracidad del final dramático del relato.esperábamos un final feliz, mi madre, con su risa y asintiendo con la cabeza ratificó el final dramático de aquel relato.

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