Doble persecución

Doble persecución

Roberto

05/11/2018

En ese tiempo trabajaba en la Dirección de Autoconstrucción; no recuerdo en que proyecto, lo que si tengo muy claro es que hacía equipo con mi entrañable amigo Fernando. Tiempos de Cabaret en cartelera, Serrat y Cabral en sus inicios.

Al salir del trabajo, Fernando aceptó la invitación a comer en mí casa, en la sobremesa platicó de su próxima mudanza, y nos invitó a conocer su nuevo departamento. Bajamos los tres pisos del edificio y llegamos al estacionamiento, yo le seguiría para que me guiara, en aquel entonces, el manejo de Fernando era mesurado; salimos cuesta abajo las calles de la colonia y nos internamos en el circuito interior; yo le seguía a cierta distancia sin problema, de pronto, noté que empezó a aumentar la velocidad y se incorporó al Viaducto Miguel Alemán. Me pareció que podía perderle de vista y decidí alcanzarlo, pero por más que aceleré y esquive autos, Fernando aumentaba la velocidad y se alejaba cada vez más.

— ¿Bueno que mosco le picó a este?, tal parece que fuera a recibir herencia o quisiera perdernos.-Comenté.

Fernando no había mencionado su nueva dirección, pero tampoco dijo que estuviera tan lejos. De pronto vi que salía del Viaducto.

¡Por fin! Al parecer ya casi llegamos, cuál fue mi sorpresa; dio vuelta en “U” y se volvió a incorporar al viaducto pero en sentido de regreso, para colmo, me detuvo la luz roja del semáforo, cada vez más desconcertado continué tratando de darle alcance, hasta que desistí.

—“¡Este se volvió loco!“, fue mí expresión y lo perdí. 

Al día siguiente cuando lo vi, estaba dispuesto a pedirle una explicación Pero, antes de que yo abriera la boca…

“¡Oye, qué bárbaro eres!”

Recuerdo bien su reclamo.

— “¿Se supone que me seguirías tú a mí?” No me explico por qué me rebasaste, y Te fuiste como alma que lleva el diablo, cualquiera diría que ibas persiguiendo a alguien más, nunca te pude alcanzar.

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