Señora,

hoy quería hablarle de ti

a mi alma.

Hablarle de minutos a la calma.

Ver al árbol mirando al cielo

esperando el rayo que parta

su robusto cuerpo en dos,

y sentirse liberado.

Así es como vivo yo.

Maniatado en mi esperanza

de que sea tu cuerpo el rayo.

Que en mi piel bailes descalza.

Que tus ojos sean las velas de mi templo.

Que su fuego sea tan grande que me incendie los adentros.

Que no exista más desierto.

Que tu voz entone el canto.

Que la mía sepa responderte si me ves llorando.

Porque si te veo desnuda las lágrimas caen seguro.

Y que después de eso el presente sea quien tome el mando

porque después de eso no quiero futuro.

Considero necesario

fallecer en el instante

en el que derribes el muro

que llevo años construyendo.

Y que nunca me ha dejado llegar a tiempo a tu encuentro.

Así que tú no lo saltes.

No quieras sentirte dentro.

Conviértete en rayo

y por favor, hazlo pronto.

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