REFLEXIÓN

Riza el rizo mi conciencia

y a un niño que mendigaba,

le suelto el rollo enfermizo

de las miserias del alma.

«Dame pan y dime tonto

-me dice con la mirada-

que ni lágrimas me quedan

que puedan lavar mi cara.

Y las tripas me reclaman

una atención sin palabras,

que éstas, las lleva el viento

y a mi no me queda… nada».

Moraleja:

No seamos engreídos

generosos en palabras,

atendamos la miseria

Dios, se encarga del alma.

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