Campamento de amor

Campamento de amor

Azul 1975

20/10/2018

Aún sin verla, sin tocarla, sin llamarla, él cuidaba de ella.

Era una tarde lluviosa cuando llegaba a casa a envolverme en un saco de dormir, la noche amenazaba con una tormenta que azotaría a los animales y las casas. Esa noche me tocó dormir ahí, venia de visitar a mamá y probablemente mañana ya no iría porque mi terrible resfrío me tumbó en cama, no habían farmacias ni maderas para encender una fogata y recibir un poco de calor.

Él estaba cerca esos diás, le habían mandado hacer unos trabajos por ese lugar pero esa información estaba fuera de mi alcanze hasta que a las 9:30 pm me llegó unos libros y unas infusiones calientes con abrigos para pasar la fría noche. Los encargados hicieron la entrega y se fueron de inmediato sin decir el nombre de la persona que los enviaba, solo atinaron a decir, «le desea que pase buena noche y abriguese, por favor». No hize más preguntas y seguí hecha un ovillo en mi saco de dormir mientras Inzul, mi hermana, me tapaba con las colchas restantes. Pasaron pocos minutos para que la fuerte tormenta golpeara y inclinara la choza, ella se espantó pero a mí nada me asustaba, seguía con los dolores y con la garganta cerrada buscando mas calor entre mi cuerpo y mis colchas. Cuando estuve a punto de cerrar los ojos ví a alguien somarse a la puerta a entregarme un preparado, era una medicina; Inzul lo recibió y me lo entrego de inmediato, lo tomé con prisa y al instante noté como mi cuerpo empezaba a calentarse y arder como si fuera a quemarme con fuego. Cuando me dí cuenta estaba envuelta en sudor, mi madre solía decir que eso era bueno porque estabas expulsando todo ese frío que te había entrado al cuerpo, me empezé a sentir mejor casi de inmediato. Pasó media hora para sentirme mi garganta despejada y abrí los ojos, ahora me interesé por saber la proveniencia de las ayudas y cómo es que sabía que yo me encontraba en ese lugar. Me paré pensativa y camine a unos metros de la choza, de pronto se encendió una luz a unos metros más allá. Ahí estaba él, sentado frente a una a su latop mirandome con cariño, un cariño con miedo y la vez con esperanza, con ganas de correr y abrazarme. Yo también sentía lo mismo.

Entonces mi corazón se lleno de alegría al saber que él estaba ahí, cuidando de mí. Pero ¿Por qué no me dijo que viajaría a aquel lugar, ¿Donde estuvo tanto tiempo?. Hace 5 meses no sabía nada de él por lo que todo lo ocurrido la noche anterior me tomaba por sorpresa.

Lo miré y volví a calentarme a casa. Tenía tantas ganas de correr abrazarlo pero no podia, había muchas cosas que conversar y no era el momento ni el lugar, podríamos haber sido azotados por otra oleada de tormenta.

Al pasar entre las cosas que nos habían entregado noté un papel en una de las bolsas, lo tomé y procedí a abrirlo(estaba escrito a mano con una pluma negra), el contenido no era muy extenso pero tenía suficientes líneas para hacer que mi corazón empezará a latir como un atleta en su primera maratón; dí inicio a la lectura y de inmediato sentí todo ese amor que estaba oculto desde la última vez que salimos a un café.

Me preguntaba, si me habría llamado en la noche o a la amanecida de mi cumpleaños, el año anterior lo pasamos juntos. Es el mejor recuerdo que tengo, sentí el presente y el futuro en el calor de sus brazos sin preocuparme del mañana.

Tomé mi mp3 y me puse los audífonos, escuchaba a Keane mientras miraba el papel con las líneas…

«Te he estado llamando ¿Por qué no contestas?. Felíz cumpleaños, te he hechado de menos.

Abrazo grande».

Nunca antes me había dicho «abrazo grande». ¿Por qué tenía la manía de recordarme cosas?. La última vez en aquellas cortas líneas que le dedicaba después de la última vez, agregué, «Abrazo grande».

Inzul ya roncaba en sus sueños más profundos, la miré con amor y me acerqué a recostarme a su lado. Llevábamos 2 semanas en el campo entre lluvias y tormentas al atardecer. Esa mañana tocaba volver a casa, a nuestro lindo y acogedor lugar, estaba felíz por eso.

Fue una larga noche pero el amanecer nos esperaba con un sol radiante, salí a mirar los horizontes, todo se veía maravilloso, el olor, el aire fresco, las plantas, el suelo. Pero había un detalle, ya no estaba el campamento de Jack ¿Habrían vuelto a la ciudad? – me preguntaba.

– Es hora de partir a casa ¡ve por tus cosas Carly!!! – Inzul gritaba felíz mientras se estiraba y saltaba de un lugar a otro.

– ¡Voy de prisa! _ respondí con la misma fuerza y me encaminé a recoger mis pertenencias y ponernos en marcha

De regreso a casa sólo nos esperaba «muchas responsabilidades», volvíamos a nuestra realidad, las tareas de la Universidad, los mandados de mamá, los deberes de casa, etc etc.

Ese mismo día recibí la noticia de que habían atrapado a un grupo de jóvenes que estaban frente al bar que solía ir Jack, se los habían cargado en la patrulla porque uno de los amigos tenía marihuana. Lo primero que pensé fué en Jack, tenía la esperanza de que no fuera él, que no haya estado en el lugar ni el momento equivocado, el miedo me consumía porque el amigo de Jack siempre solía tener yerba.

Tenía la cabeza a punto de enloquecer y decidí salir a dar una vuelta. En el camino encontré a Bill, amigo de Jack.

– Hola Carly ¡Cómo te va! – con una gran sonrisa se acercó a darme un abrazo.

– Me alegra verte ! cómo haz estado! – respondí entusiasmada.

– Ya sabes, en lo mismo de siempre. Justo voy de camino a ver a Jack.

Dijo Jack…eso quiere decir que no se lo llevaron y está bien( me quedé pensando por unos minutos)

-Carly, ¿Estas bien? No quería incomodarte con eso Jack, lo siento.

– Que estas diciendo Bill. Para nada.

– Bueno, nos vemos en otro momento, tengo algo de prisa – dijo despidiéndose rápidamente. Sólo alcanzé a decirle adiós.

Continua …

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