TU, YO, y EL

TU, YO, y EL

empezaras a escribir esta carta, con la idea de invocar nuevamente a su amabilidad, para que ella, que en el fondo es tu objetivo principal, se anime finalmente a recibir de tu parte, un libro por ti considerado importante. El mismo seguramente, podría ser un oportuno regalo, con el que buscaras como de costumbre, favorecer la aparición de sus sonrisas postergadas, por culpa de las estresantes y hasta angustiantes dinámicas sociales de esta ciudad de tierra caliente: donde no parece haber generalmente demasiadas motivaciones actuales, para sonreír amenamente, y con ello dejar atrás el mundo de las vigentes preocupaciones económicas y hasta políticas, que ahora mismo a muchos condicionan y superan.

Sé que ahora mismo no seguirás mi palabra, ficticia y verosímil a la vez, aunque de alguna forma en estos últimos años, te hayas convertido en sincero devoto de ella. Pese a esto, volveré a decirte, que sigo pensando que Didi tiene razón: ¡Tú lo que eres es un necio insistente! Un testarudo que cree que puede imponerse en la realidad concreta, tan solo por su fidelidad a unos nobles ideales y procederes. Pero como no oirás mis recomendaciones realistas, aunque las admires permanentemente en la prosa de mis novelas (esas mismas que te empeñas en leer y perseguir); creo que me tocara desearte suerte nuevamente respecto a tus reiteradas insistencias. Después de todo, las mismas son alimentadas por convencimientos sinceros; por principios preocupantemente irreductibles; en lugar de los poco recomendables orgullos pueriles, que suelen desdibujar generalmente, lo mejor de las temporales y contradictorias siluetas humanas.

Tú insistirás en lo que ella considera, tu nobleza innata, para poder finalmente triunfar. Y para que veas que intento ser ecuánime, y no un simple opinador de parte. Te diré que en todo caso, no cree ser la imagen o la conciencia que ahora intenta hablarte, el heraldo más indicado, para cuestionar desmedidamente tu proceder. Ella a quien tanto quieres pero no tanto entiendes, tampoco será quien se atreva a contradecir con contundencia, tu forma de ver el mundo. Pues eso sería seguramente a su entender, atreverse a clavarte un puñal que ahora mismo no considera necesario ni útil, para su defensa propia. Esta última bien sabe que tampoco puede descuidar, con todo y que ya en las actuales fechas, haya decidido dejar de mirarte con las reticencias de un no tan lejano ayer: pues las palabras diversas que sabes invocar y usar con bastante habilidad (a su juicio no pocas veces con intenciones artimañosas), ocasionalmente han de generar algunas incomodidades, que preciso será controlar, para que con la tuya rotundamente no te termines por salir.

Yo pese a las justificadas resistencias prejuiciosas de muchos, pienso seguir adelante. Este libro de un Carlos genial, sin duda alguna tiene que estar en sus manos peninsulares, y ser leído con agrado, y no poca devoción, con ayuda de sus ojazos aceitunados. ¿Acaso puede caber alguna duda respecto a la utilidad de un libro como este para ella, donde un viejo inmoral muere, acosado por sus recuerdos y por una conciencia que lo lleva a viajar en el tiempo, para ponerle en frente los doce momentos más importantes de su vida, en donde el sujeto protagonista agoto sus posibilidades, dedicándose categóricamente a elegir? Ella no tendrá otra opción que valorar este nuevo regalo por parte de alguien que pretende seguir un camino parecido, al del autor de tan excelsa obra: donde la tinta, el papel y las ideas, son parte de las mieles esperables, de quien como yo, mediante la palabra, busca poder crear, para más de una cuestión finalmente poder entender mejor. Además de esto último, mentiría sino reconociera que entenderle mejor a ella, es algo que aun hoy también me propongo, pese a las caras de ustedes dos, con ceño fruncido y distendida respiración.

¿Servirá de algo ese nuevo presente que tendrás para con ella, a estas alturas y en estas fechas? Una pregunta como esta, sé que volverá a hacerme, Arjeig un día de estos. ¿Acaso más tiempo invertido en esa cercanía, tendrá algún sentido práctico, para hoy o mañana? Seguramente preguntara Ferdinand, apenas tenga oportunidad. Pero creo que no intentare razonar mayores respuestas para ellos. Pues simplemente no entenderán mis razones. No aceptaran mis planteamientos. Yo me empeñare en intentar ser comprendido, y ellos se empeñaran en continuar siendo para algunos importantes asuntos, señores definitivamente ciegos y sordos. ¿Podrá ser posible que de alguna forma, el sordo y el ciego de esta historia, realmente sea yo? Apenas en mi mente me formulo esta inusual pregunta, me parece ver los rostros de ese par de amigos míos, asentir de manera inmediata. En todo caso mi mejor opción, aunque no sé si la más ideal para estos días que actualmente corren, tendrá que ser obligatoriamente, no claudicar ante la banalidad que tiene tiempo rodeándome, y que apuesta, como ave agorera a mi derrota completa: pese a cualquier merecimiento, cualquier sinceridad, o cualquier empeño de respecto a la esencia propia no renunciar. Yo continuare mi camino, pese al rechazo vigente de muchos, y a pesar de la contemplación parcial para conmigo de otros tantos, que no son para mi fortuna y desgracia, exactamente pocos. ¿Mi claudicación no sería acertada solución actual, para evitarme próximos males seguramente inevitables? Ante esta pregunta que mi conciencia atrevidamente me lanza, en un momento de debilidad, me atrevo a asomar una duda. Posteriormente a esta última, la espanto de mi mente, con una reprobación a tal posibilidad de indefinición, que imposible me parece echar atrás, lo que desde hace ya mucho tiempo he decidido asumir. Al mismo tiempo, cuando me resisto a alguna posibilidad de claudicación, a distancia pero muy atentos, puedo notar que Arjeig y Ferdinand, me miran con atención nuevamente, aunque escépticos y desconfiados. Pero hay algo más que termina reconfortándome: Entre la tentación hacia la resignación y la luz de una posibilidad amena; aunque pudiera atreverse a negarlo, en más de una ocasión durante su involuntario pensar; o en su sosegado recuerdo atravesado de distensiones, ella también me mira. Bien sea en algunas jornadas laboriosas, con medios días estresantes; o en algunas noches silenciosas, donde una graciosa anécdota,puede favorecer un mejor descanso; para con ello mejores ánimos contar, a la hora de esperar la alborada y la claridad, como puertas de entrada para cualquier nueva oportunidad vital.

El morirá convencido de que su quehacer en esta vida, intento ser el más coherente y el más honesto para consigo mismo, a pesar de decires amistosos e inamistosos, que al respecto pudieron objetarle reiteradamente, ellos dos o ellos tres, cada vez que tuvieron oportunidad. El no entenderá otra cosa más allá de esa limitada aunque tampoco desdeñable racionalidad, que por cierto también ha usado a tu favor y en tu contra, y sobre la cual, le has llegado a decir que claramente inútil ha de ser, para reconocer las señales de humo, que a veces emiten las almas, pero que los ojos distraídos a veces, no pueden distinguir de otro tipo de emanaciones artificiales o naturales.

Después de su muerte, la cual deberá acaecer seguramente, mucho antes que la tuya. El esperara sin duda que puedas recordarle, como el causante de más de una de tus risas espontaneas, en esta ciudad de tierra caliente. Donde todos en más de un momento decidimos hasta sin comedimiento alguno reír, para no claudicar ante la posibilidad de que las groseras y agresivas realidades, nos hagan postergar desmedidamente las risas, para suplantarlas por lagrimas sinceras: las cuales pese a su utilidad como desahogo para las almas nobles,es altamente probable, que de todos modos al poder de turno, ni remotamente en un ápice le hayan de importar, como también ni intención alguna tenga de a aquellas antes mencionadas, el atreverse valientemente a conocer.

Mientras a Él le llega la hora, y mientras tú también avanzas por este camino que es la vida, cuyo final más que su antítesis, puede ser también su necesario complemento; creo que preciso seria no renunciaras a los pellizcos que recomienda mi amiga Pandora: para caer en cuenta de cuanto somos y de nuestras posibilidades certeras respecto al mañana, que no renunciara en ir en nuestra búsqueda. Aunque optemos por relegarnos a una especie de penumbra social; Aunque intentemos eludirlo en ocasiones con solidaridades desmedidas, o con muestras de abnegación seguramente admirables, pero en el fondo mal interpretadas y por ende mal entendidas.

A diferencia de otras fechas más lejanas, en esta ocasión, El té entregara ese libro que lo marco profundamente, sin pretender exactamente provocar que te cuestiones algún paralelismo psicológico, entre tu persona, y el moribundo de la historia. Sobre su percepción de este personaje, debo terminar por confesarte, solo para que tú lo sepas, sin que tengas que decírselo: el no pudo odiar ni despreciar su humana silueta. Todo ello aunque en más de un pasaje de esas líneas, que se extienden por más de trescientas páginas, dejo claro mediante sus testimonios, cuando los dolores parcialmente menguantes le permitían hablar, que cualquier cosa podría ser, menos una digna y blanca alma de dios. Por esto mismo me animo a creer, el que pueda ser posible, que además de sus diversas artimañas, y sobre las cuales obligatoriamente deberás estar alerta, él tenga pensado provocar que te cuestiones un poco las bases morales y psicológicas de las sociedades de tierra caliente, donde naciste por desgracia, pero donde vives para la entera fortuna de ese joven, que de forma inevitable se hace señor. Lo cual por cierto ahora mismo, cuando lo atacan los recuerdos de tiempos no tan lejanos: aquellos donde estaban los amigos más cercanos, sin que los separaran kilómetros de fronteras; esos mismos cuando los primeros amores, regalaban mieles a almas inexpertas; o aquellos otros que por celebres o amargos, no desaparecerán de nuestras conciencias; terminan por hacer que El, quisiera poder viajar por el tiempo: sin que ello de alguna forma pudiese significar, renunciar a desear volver a cruzarse contigo, en este mundo que se acaba, pero sobre el que ahora mismo toca sin duda alguna atreverse a correr, reír, llorar; así como decididamente más de una adversidad superar, después de que ante no pocas injusticias, haya tocado largamente sufrir, para posteriormente resistir.

Luis Samuel Madrid

Caracas, 29 de agosto de 2018

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