Té con menta y unas gotitas de locura- Capítulo 1

Té con menta y unas gotitas de locura- Capítulo 1

Amelia Villabruna

10/10/2018

Almudena se despertó empapada en sudor. Las sábanas arrugadas y la almohada en el suelo delataban una noche llena de pesadillas y fantasmas. Le dolía enormemente la cabeza, las sienes le palpitaban y tenía la boca seca y áspera, con sabor a metal. Se precipitó al suelo de un salto y corrió a la ventana. No recordaba dónde estaba. No sabía si era de día o de noche.

Descorrió las cortinas y ante sus ojos aparecieron sombras de torres y casas de adobe, algo que parecía un jardín con una fuente de la que manaba agua y en el cielo una luna redonda y llena. Se esforzó por recordar. Parecía un país árabe, pero ella solo guardaba en su consciencia su último viaje a Ibiza. Había aprovechado unos días de vacaciones para escaparse con dos amigas a la isla, amigas que la ayudarían a olvidar su última y definitiva ruptura con Ismael.

Ismael era el gran amor de su vida, pero la había engañado tantas veces, como veces le prometió fidelidad. Ella siempre le había perdonado, pero encontrarle en la cama con su mejor amiga, Sara, había colmado su paciencia y había herido su corazón hasta límites insospechados. ¡No estaba dispuesta a perdonarle una vez más!. Así que tomó la decisión más dolorosa de su vida y le dijo que no quería volver a verle.

Sabía, que una vez más, su rabia y su dolor pronto dejarían lugar al perdón si se dejaba embaucar por las caricias y las palabras de Ismael. Le necesitaba, menos de lo que ella podía imaginar, pero no lo sabía. Así que decidió poner tierra por medio y olvidar. Llamó a dos de sus mejores amigas, Marta y Miriam y logró convencerlas para pasar unos días inolvidables de playa, sol y diversión en Ibiza.

Buscó su ropa y su bolso. Encontrar su móvil se convirtió en su principal objetivo. Tal vez ahí estaba la respuesta, su última llamada, alguna foto… No encontró ni el bolso ni el teléfono, pero si un montón de ropa acumulada en el suelo. Se agachó a cogerla y de su garganta escapó un grito. Su camisa blanca y sus vaqueros estaban llenos de sangre.

Más aterrorizada que antes recorrió la habitación como una posesa. Fue al baño y descubrió que también había sangre en la bañera, en el lavabo y en el suelo. ¿Qué había pasado?¿Cómo había aparecido esa sangre?¿Había habido un asesinato o la sangre era suya?. No entendía nada y las sienes le golpeaban cada vez más fuerte. De repente el espejo le devolvió una imagen irreconocible, su cara estaba hinchada y en el pómulo izquierdo tenía una herida producida por un objeto cortante. Se miró la mano y vio algo que no entendió, unos dibujos la recorrían en su totalidad.

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