Violación al cósmos

Ya te conozco, ya te he visto a los ojos y ahora no te niego.

Tengo idea de lo que eres, y puedo jurar que te he visto.

He hablado contigo y a través de ti, he encontrado los restos que dejaste en mí.

No he sabido expresarlo a nadie, pues comunicarlo es imposible.

Por eso escribo estos secretos públicos, sobre los que nunca se hablará.

Por eso busco seguridad en el escondite del desorden.

Sos y siempre has sido el cósmos, el orden y el desorden, sos «yo», sos mío, estás hecho por y para mí.

Entrégate a esto como te has entregado nunca a ti mismo, entregate a nada como nadie ha podido hacerlo, trae la sinceridad de las palabras de entre las mentiras de los hombres, hacé de entre la basura del idioma el arte del desconocimiento, des embrutecé desde la vida, todo aquello que no ha muerto.

Herramienta, arma y estribillo, sin rimas ni busqueda de belleza, pues en la certeza de lo vivido está la memoria de lo desconocido, palabras en el aire, palabras descritas a nadie, palabras que son pronunciadas en la mente de un don-nadie.

No somos más que el experimento de algún distraído que no tiene ni puta idea de cómo funciona el universo que tiene para sí, el juego de algún niño que se divierte con masacres, la diversión de algún pervertido dios que se materializa en la carne para poder experimentar lo que la luz no puede.

Suficiente insuficiencia, pérdida del si mismo en la búsqueda de alguien más, de algo más, de más.

Mas que una Violación es una conversación, pero, ¿como conversar con el cosmos sin violar las reglas?, «ven a verme, escritor», fue lo último que me dijo.