Un deseo incontrolable,

Imparable,

Como el pulso de mi sangre.

A no ser por una navaja,

A no ser que…

Pueda realizarlo.

Así ya estará medido,

Tan estabilizado.

Mutilando lo externo para salvar lo interno.

Mutilando lo interno para salvar lo externo.

Unas ganas irreversibles,

De escribir mi nombre con sangre,

Sobre mis paredes,

Sobre tus paredes.

Quedar impregnada en mi,

Y en tu refugio.

Como una caricia grotesca,

Como una afirmación simbólica,

Como una llamada de alerta.

La respuesta la espero despierta,

Resonando en mis oídos,

Producida desde tus cuerdas vocales.

Como un susurro sinuoso,

Como un abrazo engorroso,

Como un consejo fatalista.

Estas en mi lista,

En los primeros lugares.

Sumando y restando puntos cada día.

Ya pierdo la cuenta.

Ya se desdibuja la historia.

Como una estadística inestable.

Como un parásito en mis entrañas.

Como un Sol enfermo de Agosto.

¡Agatha, Agatha, Agatha!

Mi nombre siendo nuevamente gritado.

Con una nueva intensidad.

Con un nuevo rostro.

Con un nuevo estimulo ponzoñoso.

Sos lo que no buscaba y por eso te encontré.

Sos lo que siempre aborrecí y rogué por no tener.

Ahora frente a mí, sobre mí, dentro de mí.

Como un regalo indeseado.

Como una enseñanza perversa.

Como una cuerda en el cuello, muy tensa.

Revelame el secreto de tu cueva abismal.

Desde acá saboreo el gusto del misterio

En Ambivalencia temporal.

JULIETA IALLORENZI

PATENTADO EN SADAIC

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