A C. que quise tanto.

No huyas cobarde.

No te encierres en el mundo del «no sé» y «quién sabe».

No regales lo que te mereces, lo que te corresponde como ser humano.

No huyas cobarde,

¿qué ganas con huir?

Un laberinto confuso y enredado,

como si con ser enrollado no fuese suficiente.

No huyas,

que huyendo te pierdes más en ti y te pierdes más de ti.

Claro está que esta vida difícil es, pero huyendo no encontrarás la solución.

¿No es suficiente con llevar máscaras?

con tratar de mantener el guión cotidiano, cada palabra, cada gesto calculado, cada manera de ser…

Que sientes miedo lo sé,

lo tienes claro también.

Querida cobarde, anda, párate,

llora pero no inundes tu ser.

Que las lágrimas sirvan para regar la tristeza,

para apaciguar la maleza, pero,

también para dejar ver eso que tenés que nadie ve pero vos lo sabés.

Es fácil ver que nadie acepta lo que es y lo que se es,

pero no hay temor alguno que no podamos vencer.

No necesitamos aceptación,

cada quien ve lo que quiere ver,

sin embargo, vivir es pa’ el que quiere

y arriesgarse es dejar ver nuestra desnudez.

Vivir es más duro cuando pedimos a gritos que nos dejen ser…

pero el tiempo va enseñando que todo lleva paciencia

y el tiempo no vuelve, aunque lo manejés.

Ser y dejar ser.

Una frase tan trillada y tan cliché,

tan repetida y que al final de todo viven más pendiente de criticar la vida que ocuparse de la suya. Entonces,

¿entendés?

Si huyes, cobarde,

la vida te regresara lo que ofrecés,

así te escondas te lo hará saber.

Acéptate como eres, no es malo querer ser.

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