Un ramillete de flores violetas

Un ramillete de flores violetas

Agostina Bessone

03/09/2018

16 de octubre de 1986.Al oficial de policía o a cualquier sujeto que encontrara este papel entre sus manos.

Tenía los ojos de color pardo. Dependiendo del clima, podían amanecer más claros o más u oscuros. Su cabello enrulado y fino, se revelaba contra cualquier forma de peinado, al igual que su manera de caminar relajada y serena, parecía siempre una protesta contra el dictamen del ruido y la aceleración propia de todas las cosas del mundo. Cada hebra de cabello y cada rasgo en la apariencia de aquella mujer, resultabanuna extensión de su esencia apacible y decidida.

Sin haber cruzado nunca una palabra, yo jugaba día tras día, a imaginar el tono de su voz. En los recovecos de mi mente, iba formando con retazos de otras mujeres, quizás, unaFlorentina que se parecía más a la Dulcinea del Quijote, que a la Josefina de Napoleón Bonaparte. Porque aquella imagen que formé de ella, era tanto más fiel a las necesidades de mi espíritu solitario, que a los parámetros de la realidad.

La mañana del catorce de Agosto, estuve toda la mañana haciendo trámites y mandados, y entré con el paraguas todavía mojado, al pequeño recinto que oficiaba de almacén en aquel rincón de calles anchas y abarrotadas de gente en la gran ciudad. Tenía en las manos un ramillete de flores que me había vendido un niño, con un papelito, también mojado, que rezaba: “violeta de los Alpes”.

Mi espíritu sintió la inquietud de las olas en un mar profundo, cuando comprobé que ella se encontraba precisamente en la fila de los compradores de vegetales, de espaldas a mí. Sus ojos se clavaron en mis manos a través del espejo.

Salimos un par de veces. Alcance a conocerla un poco. Nos donamos el uno a los otros momentos de gran intensidad, y por momentos, su colorida voz y sus ocurrencias se parecían tanto a aquel ramillete de flores. En nada había cambiado aquella primera imagen que me había formado de ella. Nutrimos un amor que ahora me hacía parecer más a Napoleón que al Quijote. Si usted supiera. Yo la veía ahora con ojos más realistas, sin perder siquiera un poco del encanto que me producía.

Pero ni las flores mi ella, me duraron hasta el año siguiente. Y yo nosoyel tipo de personas quesabe tolerar los avatares de la temporalidad. Entiende usted?

El Oficial de policía, hizo un rollo con el papel,con relativa paciencia le volvió a colocar la cinta lila con el que estaba atado, y fue a buscar la escoba para barrer la tierra que había alrededor de la maceta caída. Y se dispuso a llamar al médico forense. Entre tanto polvo y tanta tierra, no vio caer de la mesa el papelito amarillento y añejo, que rezaba: “Violeta de los Alpes”

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