ACABO DE LLEGAR DEL CIELO

ACABO DE LLEGAR DEL CIELO

Anmardi

30/08/2018

Acabo de llegar del Cielo.

Acabo de aterrizar 🛬. No me ha dado tiempo ni a recoger las maletas. Estoy tan emocionado, que lo primero que quería hacer, es contar todo lo que he visto y vivido.

Hace mas o menos una semana, que estaba tan tranquilo en la cama, durmiendo. Algo, mientras dormía, llamó mi atención. Desperté, y estaba en un lugar diferente. No era ni mi casa, ni mi cama.

Estaba rodeado de personas con un aire y estilo, totalmente diferente a lo conocido por mí, hasta el momento. Si se parecían a algo, era a otros tiempos vividos. Les podría comparar a esas personas, de cuando yo era un chaval.

Me dispuse a andar por las calles, viendo el comportamiento de quienes me rodeaban.

Una señora, de unos cuarenta años, hablando con un niño que, imagino, sería su hijo. Su cara rebosaba de alegría. Mientras hablaba con dicho niño, ella acariciaba su cabello, con gran cariño, y sus ojos, miraban al niño, con extrema dulzura.

Seguí caminando. A unos veinte metros, vi a un señor, de mediana edad, cogiendo unas bolsas del suelo, que parecían pertenecer a una señora, ya mayor, que tenía cierta dificultad para llevar dichas bolsas.

La conversación entre ellos fue muy corta. Él, sólo la preguntó que hacia donde iba. Ambos tomaron el camino, y ella iba agarrada al brazo del señor.

Bueno, como aún no había desayunado, busqué un lugar para poder hacerlo. Me acerqué para preguntar a un señor, que tenía un manojo de llaves en sus manos.

Buenos días señor! Sabe usted donde podría desayunar por aquí cerca?

Ah! Pues mire, ahora me disponía a entrar en mi casa, y preparar algo de desayuno. Si le apetece, está usted invitado.

Mientras desayunábamos, me estuvo contando varios episodios de su vida. Me llamó la atención, que él, tenía dos hijos, y que estos, todos los días le llamaban. También, que los Domingos tenían costumbre de visitarle, con sus respectivas esposas e hijos.

Era tan agradable la compañía de éste buen hombre, que me sentí incluso triste al marchar.

Seguí caminando por las calles, y prácticamente, todo seguía llamando mi atención. Las personas caminaban, se saludaban entre ellas, y nadie se rozaba ni tan siquiera, cuando caminaban por las aceras. Un enorme respeto, los unos por los otros, y extremada educación.

AUTOR : Angel Márquez Díaz

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