¿Qué somos?

Te has preguntado ¿Qué somos?

Esta es una cuestión compleja que siempre me deja perpleja por eso no emito ninguna queja.

Aquí estamos los dos, comunicados, distanciados y se supone que también enamorados, ¿Cuál es el problema?

El problema a manera de emblema de las relaciones enfermas es que, tú no me conoces y yo no te conozco ni un poco, esta es una cuestión de locos, supongo que si habláramos a viva voz de lo que sentimos los dos ya nos hubiéramos quedado roncos.

Confiamos en que nos amamos, respaldados en las palabras que van y vienen cuando el tiempo en un lag no las detiene.

Palabras van, palabras vienen, nuestras manos no se detienen, pero nuestras almas yacen enfermas de tanto decir que se aman sin futuro de un solo roce, mirada o palabra dicha, todo esto es una desdicha de los amantes modernos.

Amantes modernos que se esconden detrás de pedazos de vidrios, que se acarician con palabras digitadas, que se comprenden a través de la adivinación de un tono de voz, del significado de un «estoy bien», de esos que comparten la soledad de un espacio solitario con un teléfono móvil en mano.

Amantes modernos, de esos que se juran amores eternos hasta que la distancia se convierta en fantasma susurrador de dudas, de los tiempos silenciosos en los que la realidad de nuestro espacio nos ocupe en asuntos que nos haga repensar cuanto podemos durar hablando sin tocar y el efímero pensamiento «él/ella también me engañará»

-Tal vez no es engaño, no hay engaño cuando no se es nada-

La verdad es que empiezo a sentirme mal. La soledad se me ha pegado y me aconseja beber vino y pensar en la realidad.

¿Qué somos?

Nada, esta es la respuesta real, conocidos de redacción y palabras, conocidos de gustos y colores, conocidos de debate, conocidos de nada…