Llegan desde el sur
en sus barcos de cristal,
entre olas con espuma y sal.
En un cielo invertido
dónde peces vuelan y aves nadan,
despidiéndose la luna,
príncipes llegan con el alba.
Vestidos como luciérnagas a la deriva
desde tierra pueden ver que se aproximan.
Carne azabache, emblema de una cultura,
herida ha sido sin dejarles cura.
Sin cura, sin perdón y con olvido.
Vendidos, ultrajados; un reino derruido.
La primera princesa en descender
sonríe con ojos de karité.
Su austera vestimenta deja entrever
agudos vértices bajando hasta sus pies.
El viejo continente es bendecido
por sus labios besando el piso,
por sus lágrimas germinando en la tierra,
es el inicio de una nueva era.
Vengan todos al renacimiento,
es un festín preparado para ellos.
Sus vestimentas son cambiadas
por hermosas capas plateadas.
Sirven el té en cálices adornados,
aliento de vida ante un pasado olvidado
OPINIONES Y COMENTARIOS