No percibo la nube negra sobre mi cabeza,

tal vez estoy en el ojo de la tormenta.

Y es que quien padece depresión es el mundo y no yo.

El desamor llegó en grandes bocanadas como peste

y es que la peste es quien depresión padece.

Soy el ser inerte; aquel que observa sin actuar.

¿Cómo actuar si la peste ciega está?

Bestia ciega mutagénica, altamente reactiva.

Cambia con limosnas de un discurso bien articulado,

mientras articulaciones petrificadas son si se requiere mirar a un lado.

Guerra a mis 12, hambruna a las 9 y a las 3, saltos suicidas.

Sin notarlo el reloj hizo el primer alto de mira.

Intentó gritar para advertirnos.

La bestia mutó y ya no puede oírlo.

En su desesperación el reloj compactó los segundos,

un ojo en el futuro revela el diamante en bruto.

El piso bajo la bestia se desmorona;

no brilla igual que ayer el carbón en su corona.

La bestia ya no es mutagénica,

cambió la coraza por vista panorámica.

El reloj susurró ‘el cambio lo haces tú’.

Regresión de segundos, fue sólo un déjà vu

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